La economía contradice a los pesimistas

Muchas veces la economía termina por zanjar un debate que los políticos no pueden cerrar. También es cierto que muchos políticos se refugian en una supuesta mala performance de la economía para intentar justificar un discurso apocalíptico que solo existe en sus cabezas. Por ello, no es verdad que la política sea la expresión concentrada de la economía, como enseñan aún dogmáticos docentes marxistas en las universidades. Ocurre más que bien que el contraste entre el discurso de muchos políticos con el comportamiento de los agentes económicos es lo que revela crudamente una pésima lectura de la realidad de aquellos.

Los agoreros del pesimismo, en los últimos meses, tanto de las orillas de la extrema izquierda como de la extrema derecha, han venido pregonando de manera altisonante que en los próximos años la economía peruana entraría casi en una bancarrota. La propuesta de los extremistas de izquierda para volver al ataque, en torno a la convocatoria de una Asamblea Constituyente, para cambiar el régimen económico de la Constitución de 1993, tenía como fundamento el supuesto de que el “modelo neoliberal” haría agua por todos lados. Quizá por ello se atrevieron a lanzar la consigna del voto viciado en el pasado referéndum, imaginando con éxito pescar a río revuelto. Y, al otro lado, los sectores de la extrema derecha, ávidos de impunidad, frente a diversos casos de corrupción, le decían al presidente Vizcarra que deje de entrometerse en la lucha anticorrupción para dedicarse a gobernar y que el centro de su accionar debía abocarse a evitar que la economía, en este año 2018, este por debajo de ese 2.5% del PBI, al cual llegó el año pasado.

Pero el comportamiento de la economía, este año 2018, ha contradicho todas esas pretensiones. Los informes de entidades privadas especializadas y del propio INEI muestran lo equivocado del discurso pesimista. Mientras en el mes de octubre el crecimiento económico mostró una cifra del 4.18%, esas mismas entidades, incluidas las proyecciones del BCR, señalan que en noviembre la economía peruana habría crecido en un 5%, tendencia que inevitablemente aumentará en el mes de diciembre por la época estacional y el aumento de la inversión pública, al cierre del ejercicio presupuestal.

En el desempeño de los principales indicadores de la actividad económica a noviembre, destaca el crecimiento del consumo interno de cemento en dicho mes, que sería de 6.4% en comparación con mismo periodo del año anterior, su tasa más alta de los últimos seis meses, según las proyecciones del BCR. En noviembre, el crédito al sector privado tuvo un crecimiento de 8.7% en relación con el mismo mes del año 2017 y el volumen de exportaciones no tradicionales, de 17.5%. El BCR señala que el sector electricidad en noviembre, creció 5.6%, su mayor tasa en los últimos siete meses; en tanto que el Impuesto General a las Ventas (IGV) creció 6.9% interanual en este periodo, revelando una mayor intensidad de las transacciones económicas. Y por si fuera poco la Bolsa de Valores de Lima este último martes informaba que más de 16,900 millones de soles, repartieron las empresas este año a accionistas

En lo que respecta al número de puestos de trabajo del sector privado formal, el reporte muestra cifras hasta octubre, mes en que se incrementó a su tasa más baja de los últimos cinco meses (4.1%), que iguala a la de junio. Asimismo, la masa salarial formal se incrementó en 8.6% y el crédito hipotecario creció 8.8% en octubre. También destaca el crecimiento de la inversión real del Gobierno General, que fue de 35% en noviembre, la más alta en los últimos seis meses, en tanto que en dicho periodo las ventas de pollo tuvieron un crecimiento mucho menor (1.3%) que en los meses anteriores.

Las cifras anteriormente señaladas indican claramente que los agentes económicos privados no se hacen eco del discurso pesimista de un sector de políticos y analistas. Sobre todo porque muestran un aumento en la confianza del sector privado. Este hecho refuta el discurso de quienes pretender crear un escenario donde un supuesto sobredimensionamiento de la lucha anticorrupción estaría afectando la economía. La realidad muestra que la gestión por mejorar la economía, a través de la promoción de la inversión pública y privada, así como mejorar la competitividad no se afectan entre sí, como sí puede ocurrir en los fenómenos de alta inflación o ante una situación traumática de la economía internacional.

Alguna vez escuché decir que los empresarios italianos están acostumbrados, al haber vivido durante tanto tiempo crisis políticas, a actuar en épocas de alto ruido político como si la escena política fuera solo una simple obra teatral, cual drama o comedia. Están mimetizados para no dejarse influenciar por aquellos políticos pesimistas que quieren arrastrarlos a un escenario catastrófico, como se intentó en el reciente CADE de Paracas. Algo así puede estar ocurriendo en el Perú. Se dan cuenta que la lucha anticorrupción es necesaria y de inevitables tensiones, pero la actuación de los agentes económicos tiene que seguir por su propio cauce y en la lógica del funcionamiento de la economía de mercado, tal como se puede apreciar en el significativo aumento de las exportaciones, este año, que podría aumentar en un 20%, en comparación con el 2017.

Obviamente, el comportamiento del empresariado puede cambiar bruscamente si se interrumpe el sistema constitucional o se generan normas legales abiertamente intervencionistas que bloquean el desarrollo del mercado. Sin embargo, nada de eso ocurre, salvo en la cabeza de algunos políticos y analistas que quieren construir un escenario alternativo al actual.