Luis Hernández Patiño

La “derechita cobarde” del Perú

Necesitaría un candidato como Bolsonaro

La “derechita cobarde” del Perú
Luis Hernández Patiño
10 de octubre del 2018

 

Para nadie es un secreto que las elecciones municipales y regionales de este domingo 7 de octubre se han dado bajo el contexto de una evidente hegemonía y dominio de clase. Sin embargo, ya es hora de ir más allá del tema de la clase dominante. Hagámonos algunas preguntas, con la finalidad de entender lo ocurrido.

Una primera interrogante podría ser: ¿qué relación habría entre la cobardía y nuestro devenir político? Al respecto, cabe señalar que en el análisis de nuestra realidad debemos tener en cuenta la trascendencia de los tipos de conducta asumidos por diversos sectores políticos de nuestra sociedad. Tal es el caso, por ejemplo, de la postura de la izquierda socialista, servil y rastrera, cuyos líderes están dispuestos a hacer el trabajito demagógico con las masas, al servicio del gran capital; como sucedió en los últimos procesos de elecciones presidenciales, incluyendo el del año 2016, para lograr los resultados de lujo que hoy padecemos. Pero frente a la izquierda, frente a esa izquierda farisea, hay un sector que no puede pasar piola: el de la derecha.

Mirando para afuera

De pronto, los peruanos vemos aparecer en escena a un señor candidato a la presidencia de la República del Brasil: Jair Bolsonaro. Y no es difícil imaginar a más de uno entre nosotros diciendo ¡cómo no tenemos un candidato así! Pero yo me propongo ir más allá del anhelo y la ilusión de poder contar con un político de esa talla, y me gustaría responder a la pregunta de por qué no lo tenemos.

Podría ser que no contemos con un Bolsonaro por falta de una formación sólida entre nuestros políticos. ¿Pero por qué esa falta de formación? Simplemente, por un profundo desinterés de los viejos “líderes”, que nunca le dieron a los aspectos doctrinarios el lugar que merecían. En tal sentido, la defensa de los valores democráticos, la promoción de los derechos de la persona humana como fin supremo, la exposición de los roles que el Estado debe cumplir, la aplicación del principio de la subsidiaridad, lo del bien común, aquello de la economía social de mercado, etc. Todo eso no pasó más allá de ser materia de tertulias, que a los interesados en ocupar los puestos del poder jamás les interesaron, o que tal vez les incomodaban, porque no les iban a dar réditos financieros.

Una consecuencia de la falta de formación

Sin embargo, esa falta de formación no solamente explica la ausencia de políticos como Bolsonaro. Además de ello, nos ha legado una fatal consecuencia: la existencia entre nosotros de un sector que Santiago Abascal Conde, uno de los líderes del movimiento español Vox, califica como “La derechita cobarde”. A propósito, los invito a escuchar su discurso, para que vean cómo plantea él la situación en su país:

https://www.youtube.com/watch?v=t_CIfZ5amIE

Por cierto, al igual que en España, en el Perú hay una “derechita cobarde”, una derechita acomplejada, que poco a poco fue retrocediendo frente a la izquierda; una derechita que en forma nerviosa empezó diciendo que también era progresista y que se puso a temblar cuando la acusaron de anticomunista, de reaccionaria, de cavernaria. Cuando la izquierda la señaló como si esa derechita fuese la que realmente estaba a disposición de las maniobras políticas de los grandes compadres del mercantilismo, la derechita cobarde se puso a temblar con más intensidad.

Le dijeron bruta y achorada, y esa derechita empezó a hacer pucheros, gimiendo: “No, no, por favor”. Mientras la izquierda se frotaba las manos y se regocijaba ante semejante espectáculo, la derechita, con la vocecita entrecortada, trataba de dar una y mil explicaciones: “Compañeros, les suplico que a mí también me escuchen”.

La izquierda acusó a esa derechita de todo lo que quiso, y la derechita cobarde se puso a balbucear aduciendo que sí pero que no, que no pero que sí. Y a grandes rasgos tal fue solo el comienzo, porque con los años esa derechita cobarde fue desplomándose hasta caer de rodillas, para pedir perdón ante los terroristas. Hoy, bajo la nefasta influencia del estupefaciente ideológico de género, esa derechita no es capaz de alzar la voz a favor de la vida desde la concepción. Y no me extrañaría que en esa derechita pudieran haber voces de apoyo a la imposición de políticas de Estado como la relacionada con el más cruel y ruin de los asesinatos: el aborto.

¿Con una derechita así, tan cobarde, cómo podemos pretender que nuestro país no esté en las manos de los caviares?

 

Luis Hernández Patiño
10 de octubre del 2018

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