Tino Santander
La cúpula limeña está contra el Cusco
Se opone a la construcción del aeropuerto de Chinchero
El proyecto del aeropuerto de Chinchero plantea la resolución de una confrontación histórica entre Cusco y ciertas cúpulas de Lima que se oponen a su construcción. Para los cusqueños esta confrontación expresa un antiguo conflicto que data de la época del virreinato, debido a la hegemonía de Lima. Es la percepción que recogí como antropólogo al recorrer las ciudades y el campo, y conversar día a día con la gente. Es el sentimiento del gobernador regional, de los alcaldes, de las instituciones de la sociedad civil y es el amplio anhelo del pueblo.
Para los cusqueños la construcción del aeropuerto significa superar la antigua hegemonía histórica limeña, y no solo dar solución técnica y ambiental adecuada al emplazamiento de un moderno centro aerocomercial el el corazón del sur peruano. Los cusqueños son conscientes de que su región, con el moderno aeropuerto de Chinchero, se transformará en centro turístico y cultural de primer nivel mundial. Si actualmente los ingresos que produce el turismo alcanzan la importante cifra del 5% del PBI, con Chinchero estos ingresos se incrementarán, se crearán miles de nuevos puestos de trabajo y se financiarán las urgentes obras de infraestructura que el Cusco requiere para modernizarse y progresar. Al mismo tiempo las regiones del sur peruano recibirán un impulso extraordinario. El futuro ya no solo dependerá de Lima, tal como ocurrió desde el virreinato y ocurre ahora, sino que tendrá la contribución y la participación activa de los pueblos en su construcción.
Las arrogantes cúpulas limeñas que se atribuyen un conocimiento profundo del país, que no tienen, alegan que después de la construcción del aeropuerto solo quedará el recuerdo de la belleza natural y de la riqueza arqueológica de las planicies alto andinas del Cusco ancestral. Difunden agresivamente esta idea catastrófica e intentan crear de esta forma un mito de destrucción. El Colegio de Ingenieros del Cusco niega ese mito, también las universidades, así como los estudiosos y profesionales con prolongada experiencia en la protección de la herencia histórica y ambiental de su territorio. Sin embargo, las cúpulas limeñas descartan esas opiniones y, con pretendida superioridad intelectual, recurren a la UNESCO en París o publican artículos en el New York Times y expanden internacionalmente el mito, con el fin de que no se construya Chinchero. Hasta llegan a difundir comunicados firmados por personalidades limeñas que se oponen, pero sin que aparezca en esos documentos la firma de ninguna personalidad cusqueña.
¿Qué intereses políticos y económicos se ocultan tras la encarnizada oposición de las cúpulas limeñas? ¿Por qué ahora que se anuncia la construcción de Chinchero, después de 40 años de haberlo demandado el Cusco, se levanta una resistencia tan agresiva?
Si estas cúpulas logran su propósito y paralizan la ejecución de la construcción de Chinchero van a motivar un levantamiento social de amplia magnitud, que estremecerá todo el sur. Esta peligrosa situación puede producir una fractura secesionista que ya viene gestándose a raíz de muchos hechos; como los contratos firmados por la burocracia limeña para explotación de los ricos yacimientos de Camisea, que obligan a los cusqueños a pagar por el gas que sale de su tierra un precio más elevado que el que pagan millones de usuarios en Lima, en una injusticia inexplicable y clamorosa.
La puesta en funcionamiento del aeropuerto de Chinchero constituye para el Cusco su independencia frente a Lima. Es el hito que define las condiciones de su pertenencia al Perú y su relación con el mundo en el siglo XXI.
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