Eduardo Zapata

La campaña electoral y el espectáculo

El valor de lo efímero, vano y superficial

La campaña electoral y el espectáculo
Eduardo Zapata
07 de abril del 2021


Parte del
establishment académico y no poca prensa puso en cuestión la cercanía entre el candidato Hernando de Soto y el señor Andrés Hurtado, conocido –aun cuando ahora no le guste el sobrenombre- como Chibolín.

Se trata de un vaporoso personaje cuyos orígenes no han sido estudiados aún, pero se asocian en los imaginarios a las plumas y lentejuelas, a la actuación farsesca y cómica menos escrupulosa (en calidad) y a la administración de todo en ese mundo farandulero. Hoy, un personaje de la televisión y del éxito económico.

Y para muchos ha resultado casi un insulto ver fotos donde el laureado economista escucha atentamente al señor Hurtado. Cafés de por medio. Campaña electoral en camino.

Lo deben recordar, pero Mario Vargas Llosa escribió hace un buen tiempo un libro titulado La civilización del espectáculo. Claro que el libro tenía pretensiones académicas mayores, pero criticaba particularmente la forma como la gente adhería inercialmente al ´facilismo´ de la vida glamorosa y económicamente fértil. Aun a riesgo de perder el yo interior, aun a riesgo de perder esencias y pensamiento propio.

Hernando debe haber leído ese libro. No solo porque se trata de un gran lector sino porque el autor estaba entre sus amigos entrañables. Bueno, lo estaba, hasta que la alusión a la madre de Mario Vargas Llosa en un programa de TV terminó por alejarlos. Revelador, pero esos segundos en los que transcurre la mención aludida quedaron grabados en la mente de la gente; no así el tema del programa. Era, pues, la prueba de que la civilización del espectáculo funcionaba –para bien y para mal– en nuestro medio y en cualquier otro. El valor de lo ´efímero´, vano y superficial.

Bueno. Mario optó también por esa civilización al separarse de su primera esposa y optar por los flashes de Isabel Preysler. A fin de cuentas daban esas imágenes más réditos de reconocimiento que el mismísimo premio Nobel.

Muchos de los que se han rasgado las vestiduras no solo adhieren al vedetismo, sino –en el fondo– envidian el éxito de otro en el terreno del espectáculo. Le ocurrió a McLuhan en los sesenta, donde fue duramente criticado por la intelligentzia por divulgar sus teorías en un programa estelar de la televisión americana. Parte de los ataques al señor Trump provinieron también de esos sectores.

¡Vamos! Seamos más tolerantes. Algunos han criticado el lápiz labial rojo encendido de una candidata o los cilicios de otro. Déjenlos en paz con sus vidas exteriores (tal vez el lápiz labial haga ganar una elección) y déjenlos en paz –se llama respeto– con sus vidas interiores.

Y, por lo demás, todo esto es más transparente que integrar el mundo de las encuestas a la industria mediática que –por voluntad propia o encargo de terceros– “quita y pone presidentes”. Induciendo votos ´a ganador´ y/o peligros inexistentes.

¿Acaso el acreditado coaching no transita a veces por senderos no necesariamente luminosos?

Eduardo Zapata
07 de abril del 2021

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