Manuel Gago

Keiko Fujimori: una sola fuerza

Joven y vieja guardia del fujimorismo unidas

Keiko Fujimori: una sola fuerza
Manuel Gago
01 de diciembre del 2019


El Tribunal Constitucional (TC) enmendó el abuso de los fiscales Lava Jato contra Ollanta Humala, Nadine Heredia y Keiko Fujimori. Además, sus antojadizas interpretaciones de las leyes y de la Constitución han sido observadas por la Corte Suprema y los tribunales internacionales de derechos humanos: nadie puede estar en prisión sin antes haber sido sentenciado por el Poder Judicial.

No obstante, con su proceder estos fiscales han logrado unir a la vieja y nueva guardia de los seguidores de Alberto Fujimori, en una sola fuerza del fujimorismo frente a la persecución y los procesos electorales por delante. Nadie lo hubiera hecho mejor. Estos fiscales están provocando reacciones adversas de la población, las que serán evaluadas después de los resultados de las elecciones de enero próximo. 

Después de 20 años de continuos ataques y persecuciones, el fujimorismo fortalece su núcleo duro de activistas y seguidores ubicados en los sectores populares. Es una realidad. De la misma manera como el suicidio de Alan García sirvió para desempolvar los pañuelos blancos de los compañeros y la enseñanza antigua del aprismo –en el dolor hermanos– los fiscales Lava Jato avivan la llama de los años noventa. 

En este contexto, el fujimorismo se reacomoda y llevará al Congreso de la República cuadros políticos vinculados a los noventa; es decir, a quienes enfrentaron la terrible recesión económica heredada de los gobiernos anteriores. Candidaturas cuajadas desde cuando el terrorismo de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) mantenían zonas liberadas en el país.  

Se prevé que los resultados de la próxima contienda electoral serán parecidos a las elecciones generales 2016. El voto de más del 50% de los electores democráticos se impondrá a la dispersión del voto antisistema. No obstante, no todo estaría dicho. Las representaciones al margen de los partidos de izquierda no garantizarán detener el intento de establecer una nueva Constitución para modificar el capítulo económico, que ha permitido la extensión de la clase media y la aparición de una clase media rural. 

El relato del marxismo ha calado de tal manera en la sociedad que provoca confusión. Las empresas y las inversiones son demonizadas a tal extremo que la gente olvida (o no sabe) que, por la Constitución de 1993, las inversiones han reducido la pobreza del 60% al 20% de la población. La intervención del Estado en las actividades económicas es nociva para los más pobres. La terrible recesión económica se inició durante la dictadura socialista de Juan Velasco: centralista y absolutista. 

El fujimorismo debe ser consciente de los inmensos errores que ha cometido. La prisión de Keiko Fujimori le debe haber servido como un retiro espiritual o un año sabático, necesario para la reflexión y el reinvento, libre de influencias nocivas. La dirección de un partido político es la previa de la dirección del país. Esa es la principal tarea de la señora Fujimori: construir un partido y no una asociación de independientes pudientes. 

Con la liberación de la prisión preventiva de Keiko Fujimori –por un fallo del TC queresolvieö su excarcelación “inmediata”– una vez más vez más la burocracia y el desgano peruano se lucieron demostrando su desinterés por la ejecución inmediata de las normas establecidas y las órdenes de las autoridades. ¿Cuándo un whatsapp o tuit oficial servirán para informar las decisiones de gobierno y hacerlas efectivas de inmediato?   

De demoras saben los inversionistas. Diez años para obtener certificados de exploración de hidrocarburos y cuatro años para cumplir 250 normas y procedimientos en diferentes oficinas públicas para comenzar un proyecto minero. Y como si fueran ganados por la envidia, los burócratas municipales obstaculizan los permisos de bodegas, peluquerías y negocios de subsistencia familiar. 

El país necesita reformas. El discurso sobre competitividad no debe quedar en los auditorios. La reforma del Estado es también tarea urgente. La gente quiere una vida fácil y llevadera, y no complicada y sancionadora por causa del Estado. Si el fujimorismo y las fuerzas democráticas incorporan en su ADN las reformas del siglo de la cuarta revolución industrial, el país podrá cambiar desde el Congreso. ¿Será mucho pedir?

Manuel Gago
01 de diciembre del 2019

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