Carlos Adrianzén
Irresponsabilidad extrema
Se malbaratan los ahorros previsionales de los trabajadores
Los peruanos, desde hace ya un buen tiempo, nos preguntamos desconcertados ¿qué puede haber peor que los anteriores congresistas? Y también desde hace un buen tiempo descubrimos recurrentemente la misma respuesta: los actuales. Y es que lo que acaban de hacer la semana pasada las bancadas de Acción Popular, Fuerza Popular, Podemos, Alianza para el Progreso y el FREPAP (todos favorecidos por sus patronos millonarios o locuaces) configura un acto de extrema irresponsabilidad.
Así las cosas y asumiendo que el presidente Vizcarra esta semana promulgue la iniciativa de marras para esquilmar y malbaratar un porcentaje significativo de los ahorros previsionales de los trabajadores en las AFP, los elegidos gracias al apoyo de los medios y la burocracia habrían logrado superar para mal a sus predecesores. Y es que apenas recibieron sus privilegios, aprobaron una iniciativa que deterioraría el futuro inmediato de millones de compatriotas (en medio de la crisis del Covid-19), y cuya materialización dañaría el panorama previsional peruano por décadas. Soy consciente de que una antesala de este tipo suena frontal. Así que ordenaré y justificaré cuidadosamente cada observación.
Sí, estimado lector. Vivimos en una nación donde se contaría con una fuerza laboral de unos 21 millones de peruanos y extranjeros. De esta, el 58.6% habría tenido un contacto con los sistemas previsional público de reparto (la ONP) y privado de capitalización individual (las AFP). Unos 4.8 millones de aportantes estarían con el MEF (perdón, la ONP) y 7.5 millones con las administradoras privadas. Siendo esto así y asumiendo, con un talante esperanzado, que uno de cada nueve peruanos informales logrará ahorrar formal e informalmente para su vejez (referencialmente a escala similar a un jubilado promedio de la ONP), ciertas observaciones emergen implacables.
La primera implica que –dado el mercado laboral peruano– solo un tercio de la población podría “comprar” una jubilación promedio ONP. Es por esto que a los otros dos tercios (de los electores) la suerte del sistema previsional les resulta más que ajena. Por eso resulta tan popular de que se hable de tomar los ahorros previsionales. Perdón otra vez, del término “reforma previsional”.
Pero notemos un detalle: los millones de aportantes esquilmados (que no calificarían para una jubilación) en el sistema estatal no se quejan. Ni su suerte parece importarle a nadie. Pero en cambio, los millones que tienen una cuenta previsional en las AFP sí saben cuánta plata tienen o si su rentabilidad fluctúa. Y si es pequeña, y un demagogo les oferta entregársela, la van a exigir. No les importará que, al vender en tiempos del coronavirus, la venta apresurada de los instrumentos que respalden sus ahorros les produzcan montos muy recortados. Ni que, a los 65 años no tendrán nada de respaldo. Tampoco les interesa el daño que le hará a otros vender apresuradamente miles de millones. Tanto a los que persisten ahorrando en el sistema cuanto a los puestos formales e informales que se desaparecerían con un saldo mucho menor de ahorro financiero de largo plazo.
Entiendo a los aportantes desesperados en medio de una emergencia sanitaria nunca antes vista. No aprecio a los congresistas o funcionarios públicos que, por rédito político o pura y dura demagogia, no se oponen a tamaña barbaridad. Pero esto no es todo. Las complicaciones previsionales preceden a la crisis actual. Ex ante a la crisis del coronavirus, las cifras disponibles y los estimados propios (bastante optimistas) de ahorro previsional informal permitían dibujar que el 51.9% de nuestra gente no tendrá ahorros previsionales. Ni formales, ni informales. Los contribuyentes no podrán cargar con esto.
Bajo este estado de cosas, la medida enfocada (el retiro del 25% del fondo de cada quien en su APF, aun en forma discriminada) así como las amenazas de saqueos (perdón, de reformas) previsionales, complicaría este panorama en forma negativa y potenciada sobre el quiebre económico asociado a la actual emergencia sanitaria. No afectaría solamente a los que vendan sus ahorros a pérdida, ni a los que continuamos ahorrando en el sistema privado. Afectaría a la economía peruana en su conjunto y persistentemente.
En esta conversación me atrevo a sugerirle, lector, una buena práctica. No tome muy en serio a los voceros de izquierda. Ellos entusiastamente, y explayándose con jerga dizque técnica, detestan los ahorros privados y auspician cuanta expropiación o robo previsional pueda darse. Aquí y en cualquier lado. Para ellos, parafraseando a Proudhon, robar la propiedad de los ahorros previsionales está bien. Note finalmente cómo los reguladores estatales –la SBS– están escondidos debajo de la mesa mientras las administradoras solo se comportan convenientemente como regulados. La cosa es, pues, solo entre los trabajadores y los gobernantes.
En esta batahola, los admiradores del cuñado de Nadine, de Daniel Urresti o de Martha Chávez serán los tremendos responsables de la desgracia de millones y por décadas. Disponen que se malbarate la plata de los trabajadores para ganar popularidad. Hoy están a tiempo de recular. ¿Tendrán las agallas? Y nótese también: aquí tampoco Vizcarra la tiene fácil. Ceder lo hará también responsable.
COMENTARIOS