Eduardo Zapata

Incapacidad moral ortodoxa o heterodoxa

Canjear votos por la no vacancia constituye incapacidad moral

Incapacidad moral ortodoxa o heterodoxa
Eduardo Zapata
28 de diciembre del 2017

 

Ciertamente son nuestros amigos los economistas quienes suelen calificar a los manejos económicos como ortodoxos o heterodoxos. Sin embargo, ortodoxia y heterodoxia son —en el lenguaje común— términos más bien elásticos que pueden aplicarse a diferentes fenómenos. Desde la moda hasta la moral misma.

Decía el maestro José Ortega y Gasset que “La mentira sería imposible si el hablar primario y normal no fuese sincero. La moneda falsa circula sostenida por la moneda sana. A la postre, el engaño resulta ser un humilde parásito de la ingenuidad”. Los vertiginosos sucesos políticos que hemos vivido en los últimos días nos han enfrentado a una supuesta vacancia express a la cual el presidente —para salvar su cargo— acudió a un más que evidente indulto express.

El hecho de que la solicitud de vacancia fuese signada por representantes de todas las bancadas opositoras ponía de manifiesto que, a juzgar por los primeros indicios, PPK habría incurrido —con no poca ligereza, a la que él llamó en su defensa “descuidos”— en lo que podríamos denominar como incapacidad moral ortodoxa. Pues se refería el pedido de la vacancia a la participación indebida del presidente en negocios explícitamente prohibidos por la ley.

Pero he aquí que el señor presidente, en su defensa, montó una suerte de reality del desdecir, que fue desde apariciones parciales en televisión, pasando por el anuncio de un inexistente golpe de Estado parlamentario, hasta la propia comparecencia ante el Congreso de la República. Donde el mismísimo señor Alberto Borea no rebatió los cargos existentes a cabalidad, sino “filosofó” doctrinariamente sobre la pertinencia y el proceso de vacancia previstos en la Constitución de 1993.

Señalábamos que el presidente había montado un reality del desdecir porque si bien él hablaba, algunos pocos escuderos suyos también lo hacían y el señor Borea también lo hizo. El verdadero decir iba por otro lado: el canje de votos por indulto.

Y aquí retomamos a Ortega y Gasset. A la sinceridad y a la mentira en el lenguaje. Sabíamos todos que no se trataba ya solo de ocultar los hechos y sabíamos, entonces todos, que había la lógica mentira procesal en estos casos. Sabíamos, en suma, que persistía y se ahondaba la incapacidad moral ortodoxa. Lo que no sabíamos era que el presidente estaba yendo más allá y transitando por una heterodoxia que él rechazaría como economista, pero que aceptó gustoso por preservar su puesto. Canjear votos por la no vacancia constituía y constituye una incapacidad moral heterodoxa. Pero ciertamente útil transitoriamente.

El señor presidente de la República pudo atenerse a la sucesión que prescribía la Constitución en vez de sumar a la incapacidad moral ortodoxa aquella heterodoxa. Se legitimaba al señor Vizcarra como presidente, y este sí hubiese podido convocar un equipo ministerial a la altura de los tiempos, sin ahondar la crisis moral en la que estamos sumidos; y ahorrándonos —de paso— el espectáculo de ver políticos ingenuos desgarrándose en los medios por sentirse engañados cuando “…el engaño resulta ser un humilde parásito de la ingenuidad”.

 

Eduardo Zapata
28 de diciembre del 2017

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