Carlos Adrianzén

Hay salida

A partir de la reactivación simultánea del consumo y la inversión privada

Hay salida
Carlos Adrianzén
22 de marzo del 2021


En pocos días iremos a votar, en medio de una pandemia descontrolada. Esta azarosa actividad no sería algo tan terrible si no considerásemos otras facetas de nuestra realidad: solo ciertos burócratas dorados y sus amigos, y una porción del cuerpo médico local y de los mayores de 80 años de edad, estarían protegidos o en proceso de vacunación contra el Covid-19. También que –otra vez– nos jugamos la suerte de la nación. Tan débiles resultan nuestras instituciones que la voluntad del pueblo (
the will of the people) puede volver a jugarnos otra mala pasada que nos tome décadas en revertir. 

Hoy elegir al mejor (el menos malo) resulta crítico. El menú congresal está conformado por más de un millar de desconocidos balbuceantes; mientras que el presidencial está sellado por candidatos con una trayectoria destacada (como De Soto, López Aliaga, Santos o el empeñoso Beingolea); pero también por otros candidatos de talante y antecedentes destructivos. Personajes tan deplorables que admiran el fracaso a lo Cuba, Venezuela o Nicaragua, naciones que registran niveles de vida menores a los nuestros y que sufren niveles de totalitarismo y corrupción burocrática, nauseabundos. Esta vez no repetiré sus apellidos (i.e.: Lescano, Mendoza, Guzmán, Arana, Castillo y otra media docena ignota, aunque no descartable). Superado este plano, enfoquemos la bomba de tiempo. Perdón, la situación económica que les heredarán del dúo Sagasti-Bermúdez.

Ellos no solo fueron poco hábiles conteniendo la infección y fallecimientos por la pandemia china (al gestionar pésimamente la proveeduría de servicios de salud, la atención en primera línea, el testeo y la vacunación en el país). No han sido capaces de entender que la reactivación económica resulta crucial en el combate de la pandemia y viceversa. Apostaron a reactivar con severos errores de gestión sanitaria. Y eso no funcionó, lógicamente. El primer gráfico aquí describe como, a la fecha, no existen indicios de reactivación productiva. Aunque esto produzca irritación a muchos, las cifras contrastan que el PBI nacional, a inicios del 2021, aún persiste comprimiéndose.

Hay otro elemento que en esta coyuntura configura toda una bomba de tiempo para quienes (desde el Congreso o el Ejecutivo) resulten elegidos. Dados los errores de política sanitaria, las políticas fiscales y monetarias aplicadas no solamente resultaron inútiles para producir una reactivación, sino que han rozado con niveles insostenibles de expansión monetaria y fiscal (ver gráficos Dos y Tres). Velarde y su directorio (o quien los reemplace) no van a poder seguir inyectando liquidez nominal a ritmos tan elevados, sin que la inflación y la devaluación explosionen o las Reservas Internacionales se dilapiden, o comprando divisas para paliar los efectos de una creciente desconfianza. Mendoza (o quien lo reemplace), por la contracción económica y el costo de nuestro endeudamiento, no va a poder mantener un creciente ritmo de desequilibrio fiscal que ya supera los S/ 20,000 millones.

Hay que tener en cuenta que la campaña electoral está echando azufre sobre la llaga viva. Las declaraciones ilusas y demagógicas sobre medidas desastrosas de política económica –como las que ofrecen Verónika, Lescano y Guzmán– están generando expectativas desestabilizadoras. Ruidos que pueden llegar a tener un enorme costo social (ver gráfico Cuatro).

Sobre todo lo anterior, cae el efecto “cambio para peor”. Ante cada declaración chavistoide de Lescano o Guzmán, o el inexplicable derroche de sus campañas (recordemos las dos millonarias campañas con Humala), o las intervenciones sesgadas de régimen izquierdista de Sagasti, o el activismo periodístico del Foro de Sao Paulo en la capital (y en las provincias) … el tipo de cambio salta y las inversiones se detienen. 

Frente a esta suerte de bomba de tiempo –ya activada– existe una salida inteligente. El punto de partida implica un prerrequisito: la corrección sanitaria (primera línea de atención, pruebas y vacunas por canales privados). Sobre esta base urge la introducción de protocolos inteligentes que permitan la reactivación simultánea del consumo y la inversión privada. A continuación, debe proceder un programa drástico de reasignación del gasto estatal, con cierre gradual de la brecha fiscal y defensa de la estabilidad nominal. Pero nótese bien: nada de esto tendrá la menor probabilidad de éxito si no se borran las ofertas demagógicas provenientes de la burocracia (Ejecutivo y Legislativo). Son tres pilares interconectados. Sin alguno de los tres el próximo gobernante terminará de gatillar una severa crisis macroeconómica. Pero entendámoslo bien: hay salida.

Carlos Adrianzén
22 de marzo del 2021

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