Tino Santander

Habla el otro Perú

Libro sobre las culturas del bajo Urubamba

Habla el otro Perú
Tino Santander
03 de junio del 2019

 

Más allá del mediocre e infame gobierno de Martín Vizcarra, y de la degradante batalla por el poder con el deslegitimado y corrupto Congreso de la República, existe otro Perú que sueña y construye su progreso. De ese otro país mayoritario, desconocido por quienes se pelean furiosamente por el poder en Lima, habla el hermoso libro intitulado Megantoni. Cusco Machiguengas, Yines Yami, Asháninkas, Nantis, Ñahuas, Kankintes, la culturas del bajo Urubamba, escrito por los periodistas José Calderón y Ebert Solís. La obra fue auspiciada por la Municipalidad Distrital de Megantoni, provincia cusqueña de La Convención.

El libro nos permite viajar por y conocer el Cusco amazónico y la historia de su gente. Es un mundo cuya existencia muchos solo conocen de oídas, pues allí se encuentra y se explota la inmensa riqueza del gas de Camisea. Pero no saben que en ese hermoso lugar viven, desde hace 3,000 años, las etnias matsiguenga, yine-yami, kankinte, asháninka y kugapakori-nahua-nanti, consideradas guardianes de la Amazonia. Esos pueblos se organizan hoy en la Central de Comunidades Nativas Machiguenga (Ceconama); el Consejo Machiguenga del Río Urubamba (Comaru), la Federación de Comunidades Nativas Yine-Yami (Feconayi) y la Central de Colonos Agricultores del bajo Urubamba (Cecoabu). Son organizaciones que no destruyen sino construyen el país.

Hace ya mucho tiempo estos peruanos iniciaron una revolución silenciosa, a la que llamamos “la insurrección de la paciencia”, sabia estrategia de sobrevivencia de las culturas amazónicas. Así lograron, con perseverancia, fuerza e ímpetu, luego de mil batallas burocráticas, movilizaciones populares y un sinfín de viajes a Lima, que el estado burocrático y centralista los reconozca como el distrito de Megantoni, el 5 de julio del 2016. Desde ese momento las comunidades nativas, los colonos y los amantes del bosque sintieron que tenían una patria, que eran dueños de su destino y podían administrar las riquezas de sus territorios. Que ya no tendrían que batallar con las autoridades locales de Echarate, Quillabamba y el Cusco, imbuidas de las viejas prácticas del centralismo limeño.

Esos pueblos originarios del Cusco amazónico enfrentan ahora el reto de convivir en armonía con un entorno maravilloso que la naturaleza transforma constantemente. Esos peruanos quieren hablarle de su experiencia al Perú, al premio Nobel Mario Vargas Llosa para que vuelva a escribir una novela como el “El Hablador”, pero esta vez sobre los machiguengas, sobre El Dorado, Paititi, sobre José Santos Atahualpa; quieren que cuente a los políticos del Gobierno y del Congreso que los machiguengas no mienten; que ellos enseñaron a los incas cómo se utiliza la coca para fines medicinales y espirituales; que tienen dioses que cuidan al hombre amante y respetuoso, que acoge la bondad y rechaza la maldad; los yines yami quieren que los niños en las escuelas aprendan que son guerreros parientes de los Piru y de otras etnias no contactadas, en las que mandan las mujeres.

Pepe Calderón y Ebert Solís, han logrado que los asháninkas hablen sobre la vida luego de la insania senderista; que los nahuas y otras comunidades cuenten por qué no quieren contactarse con otros hombres que van al bosque; que hablen los Nanti, cuyo nombre significa “nosotros somos”, y son conocidos como los guerreros de la babilonia amazónica; que también hablen los colonos y que conozcamos sus impresionantes historias. Como la Hernán Vásquez Icahuate, un mestizo andino-amazónico convertido en shamán kankite; o la de Rodolfo Rosas, un ganadero de éxito; o la de don Pedro Delgado, que se aventuró y es ahora un hotelero exitoso.

En este libro apasionante da su testimonio el antropólogo Levy Strauss, el historiador Álvarez Lobo, los pescadores, los sacerdotes dominicos, los misioneros gringos, los agricultores del cacao, los jóvenes nativos. Hablan los que conviven con la belleza feroz del Pongo de Mainique, donde existe un país pujante. Son los pueblos que quieren utópicamente que el Perú sea ancho y generoso para todos, más allá de las degradantes peleas por el poder.

 

Tino Santander
03 de junio del 2019

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