Carlos Adrianzén

¿Habemus recesión?

La hay cuando el PBI de un país se reduce por dos trimestres consecutivos

¿Habemus recesión?
Carlos Adrianzén
02 de agosto del 2023


La miopía puede cegar. Luego de cuatro gobiernos consecutivos que (1) inflaron el aparato estatal, sin mayor prioridad que su ideología; (2) que redujeron libertades económicas y políticas, a rajatabla; (3) que descapitalizaron la burocracia en todos sus niveles y (4) que enervaron los índices de corrupción burocrática, en el ejecutivo y el legislativo, a niveles sin precedente, la polarizada discusión reciente sobre si estamos o no bajo un cuadro recesivo describe un nivel de desconcierto muy elevado. 

La pregunta relevante en el Perú de mediados del 2023 debería ser porque no caímos económicamente mucho más. Aquí, estimado lector, me comprometo a concentrarme en la interrogante del título de estas líneas. Dejaremos para más adelante enfocar minuciosamente cuanto hemos caído desde que el Foro de Sao Paulo –esa suerte de banco o partido político regional controlado desde la Habana– apuntó todos sus recursos y alineo a todos cómplices locales en la toma de Lima. Esto, desde el oscurísimo proceso electoral del 2011.

Aquí enfocaremos lo que es una recesión. El vocablo de marras se presta a innumerables definiciones. Casi a gusto del cliente. No son pocos los gobiernos de ambientes subdesarrollados (pero también desarrollados) que optan por inventarse una nueva enunciación que los favorezca y a pasar a defenderla con agresividad. En aras a no aceptar que fracasaron y llevaron a su nación a un cuadro recesivo.

No ayuda aquí el hecho de que tanto las modas teóricas cuanto las peculiaridades de algunos episodios macroeconómicos, no pocas veces llevan a que algún egocéntrico economista descubra lo que él cree es la pólvora… e invente una nueva definición (usualmente de vida corta) para la ocasión. Desdichadamente para estos economistas, sus egos y sus gobernantes –incluyendo en la lista al que gobierna Norteamérica– existe un par de definiciones muy arraigadas entre los economistas serios (cuando no trabajan para un gobierno demandante). Estas buscan capturar la idea de un cuadro de reducción de los niveles de actividad económica de una nación.

De estas definiciones, la más poderosa teóricamente, es una atribuida al famoso economista inglés, J.R. Hicks, quien la define como una caída de la inversión privada neta. Toma al toro por las astas, pero… queda en los libros. En los hechos y los reportes prevalece una definición dual. Se ingresa a un cuadro recesivo cuando el Producto Bruto Interno de un país se reduce por dos trimestres consecutivos o cae su valor anual. 

Un criterio sencillo, poderoso y casi generalmente aceptado.

Un criterio que, si consideramos el crecimiento demográfico y las tendencias, se ajusta impecablemente a lo que los peruanos vivimos hoy (ver figura A). Ya, a inicios del presente año, el crecimiento anual del PBI por habitante peruano se comprime. Estamos en recesión, técnicamente. Si alguien llora por esto, recapacite. Solo está enervando la difusión pública de una mala noticia.

Pero, insisto. Si –tal como contrasta la figura B– usamos la mucho más pertinente definición hicksiana, las cosas se reafirman. Actualmente, Habemus recesión. La interrogante es si esta se consolidará o disipará –ceteris paribus– en los próximos meses.

Aquí dos cosas resultan muy difíciles de esconder. La primera implica que la presidente por accidente no es la madre de la criatura. Desde los tiempos de Humala y los gobiernos que lo sucedieron destruyeron los fundamentos macroeconómicos e institucionales de estabilidad nominal y la reducción de la pobreza en el país. Redujeron consistentemente el crecimiento. Por supuesto que quien más se esforzó por generar millones de nuevos pobres y borrar el crecimiento fue el golpista chotano, de la mano con sus hoy discretos colaboradores.

La segunda nos refiere a la tercera figura de estas líneas. Combinando errores del ejecutivo y legislativo, el instituto emisor ha tenido que aplicar una gestión monetaria conservadora para converger hacia su compromiso inflacionario.

La actual recesión es pues hija de una banda de presidentes de izquierda, donde la presidente Boluarte tiene un rol difícil de achacar. 

El último cuadro de esta secuela (ver Figura D) le toca el timbre a la señora Boluarte. Si ella persiste manteniendo el sendero económico dejado por el senderista y cae en la tentación de aplicar una política fiscal expansiva (léase, creer que la burocracia corrupta de estos días gastará mejor que el pueblo y las empresas peruanas), no habrá una significativa recuperación de la inversión privada (recuerde que la estatal, tiene impactos solo mediáticos).

Con ello, se maximizará el lapso recesivo vis a vis con la incidencia de pobreza… mientras –ojalá que no suceda– se minimizará penosamente la duración de su mandato.

Carlos Adrianzén
02 de agosto del 2023

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