Carlos Adrianzén
Gastando más y mal
La economía peruana en el camino del suicidio chavista
Casi todos hablan hoy del lado fiscal peruano a mediados del 2024. Que se está perdiendo la calificación de Grado de Inversión de cierta deuda soberana. Que el Congreso está boicoteando la economía con un cúmulo de iniciativas populistas, que el MEF no enfrenta. Que, además, resulta poco inteligente gastar más cuando la burocracia sistemáticamente incumple la ley y eleva sus estimados de ineficacia y corrupción burocrática.
Y sin embargo se repite que, a pesar de su incumplimiento de sus propias metas de déficit, el MEF estaría boyante… por la elevación del precio del cobre. Casi todos los comentarios resultan ajustados. Menos uno. El último. La reciente elevación del precio del cobre ayuda, pero no impide.
De hecho (ver la Figura I, que describe la evolución de los precios deflactados de nuestros principales productos de exportación), este salto, per se, solo implica una recuperación parcial de la caída 2021/2022 de algunos precios externos. Podemos decir que Sagasti Hochhausler y Castillo Terrones sembraron hambre. Desperdiciaron mucho mejores precios externos e introdujeron pésimas políticas económicas y alta corrupción burocrática.
Pero esto es solo una parte de la historia. Dada la evolución del precio local del dólar y de la producción nacional anualizada, el PBI peruano expresado en dólares americanos habría saltado en forma pronunciada (ver Figura II).
Lo curioso aquí pasa por descubrir que, sin mayores indicios de una sólida recuperación del crecimiento pre 2013, el ahorro fiscal se va desvaneciendo… aun con precios internacionales que se recuperan (ver Figura II).
¿Qué ha pasado?
Llegados a este punto, y si monitoreamos el sostenido ritmo al que se va deteriorando el desequilibrio fiscal del Gobierno General (GG), el panorama se aclara (ver Figura III).
Como diría el titular del MEF, un gobierno políticamente débil, depende de un legislativo populista… y gasta (para mantenerse en el poder). Y gasta y gasta. (como lo grafica nítidamente el subgrafo inferior).
El oxímoron fiscal (simple pero complejo)
El panorama fiscal actual, por un lado, resulta simple de explicar. A pesar de la parcial recuperación de los precios externos, el ahorro en la cuenta corriente del Gobierno General se va reduciendo, por la ya aludida explosión del gasto burocrático. Se le dice no financiero. Esto no solamente va dibujando un déficit en expansión. Dadas las cifras que capturan su calidad (su corrupción y su ineficacia), describe un severo error de política pública. En español sencillo, en aras a sobrevivir un día más en el poder, doña Dina gasta más y gasta mal.
Esto -ceteris paribus- no solo va deteriorando la imagen externa del país e implica déficits fiscales cada vez más difíciles de financiar (endeudamientos mayores y más caros); deteriora severamente el punto de partida de cualquier próximo gobierno. Pero no se olvide. Este cuadro no es inocuo. Como en la Argentina peronista o la Venezuela chavista, un mayor Gasto Gubernamental infestado de Corrupción e ineficacia burocrática a todo nivel, no reactiva. No mueve la Economía, la va hundiendo. Retroalimenta mayores gastos y regulaciones. Asfalta el camino hacia un mayor socialismo-mercantilista.
Nótese además que la tarea de los que vengan después no solo tendrá sobre el tapete la tarea de aplicar programas de mayor austeridad, sino también despidos y reestructuraciones masivas dentro y fuera del gobierno general. En el caso de que enfrenten los problemas.
Hacia un suicidio chavista
Esto, a menos que alguien piense que se puede continuar indefinidamente aplicando políticas públicas fiscales suicidas. Es decir, inflando un aparato estatal descapitalizado y podrido; como sucede actualmente en Venezuela o Nicaragua.
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