Carlos Adrianzén

Ganó Vizcarra (¿perdió el Perú?)

Otro grupo congresistas con un up-grade de servilismo al Ejecutivo

Ganó Vizcarra (¿perdió el Perú?)
Carlos Adrianzén
27 de enero del 2020


El día domingo se realizó la votación para la elección de 130 congresistas de reemplazo. Es sano recordar que el presidente en ejercicio ganó poder –y popularidad- al dar de baja a los anteriores. Con valiosas excepciones, estos configuraban un grupo de más de un centenar de personajes turbios y extremadamente impopulares (gracias al control mediático estatal). Es justo reconocer que la torpeza avezada de un bando de ellos y el acomodo penoso del otro bando lo ayudó y mucho.

Lo que observamos este domingo fue un proceso sui generis. Se dieron tremendas similitudes en las políticas económicas ofertadas por todos los bandos, las diferencias ideológicas –si acaso se insinuaron en alguno de los miles de candidatos– parecían algo así como un maquillaje apresurado. Eso sí, los bandos se diferenciaron por el tratamiento mediático. Un bando, los afines a Martín Vizcarra, resultaron bien tratados tanto por la burocracia cuanto por la media local, mientras que los otros recibieron hostilidad de la prensa. Mi gran duda, sobre este punto, se da en la dirección de que –conducción del voto electrónico aparte– esto podría ser catalogado como unas elecciones libres.

Políticamente hablando, en esta suerte de evento comercial relámpago, existieron cuatro tipos de participantes. Los aspirantes a colaboradores; la oposición, descolorida e impopular; los nada discretos burócratas del régimen y la Prima Donna (el grueso de la prensa local). Esta última recordándonos eso de que el ejercicio de los medios de comunicación puede evolucionar hacia el más vil de los oficios… cuando se hace entusiastamente dependiente de la pauta fiscal.

El desenlace de un proceso tan aburrido y corto fue el esperado. El voto resultó tremendamente fragmentado –a modo de una fiesta de pitufos– mientras que, a pocos segundos de hacerse públicos los primeros resultados, tanto los candidatos electos cuanto los comentaristas del régimen, balbuceaban apresuradamente la oferta de sus servicios para que los mandatos del patrón vean la luz a la brevedad.

Aquí, resultó de lo más sugestivo observar a los líderes políticos locales —dizque triunfadores– esforzarse compitiendo por transmitir su servilismo; o si usted prefiere llamarlo así, su flexibilidad. Pero nótese: esto resulta algo de lo más entendible. No solo existen jugosos incentivos al buen comportamiento (al estilo de PPK versus Kenji y los Avengers), sino que los medios y la burocracia del régimen operan orquestadamente. Económicamente hablando, en cambio, la cosa resultó mucho menos clara.

En primer lugar, no me quedó nada claro el monitoreo de los fondos gastados y aportados en las campañas de los más de 2,000 candidatos en todo el país. De hecho, eso que haya más de 2,000 aspirantes y solo 130 pasen al final por caja; y el que –a pesar del cambio de reglas– no exista mayor razón para que, tanto los medios de comunicación cuanto las frondosas burocracias asalariadas para su monitoreo, hagan su trabajo investigando o evitando el blanqueo de los aportes de esta efímera campaña. Siendo esto así, otra vez cambiaron las cosas… para que nada cambie.

Otro detalle poco auspicioso del lado económico nos refiere a sus impactos sobre la política económica de los meses venideros. Se habría elegido otro grupo variopinto de congresistas con un up-grade de servilismo al Ejecutivo. Nada de obstruccionismo. Ni siquiera de los errores. Un observador desconfiado podría sostener que cualquiera que quiera romper la obediencia al Ejecutivo podría ser pulverizado por los medios de comunicación y la burocracia. Ojo con esto. En el pasado reciente se han disciplinado desde presidentes del Consejo de Ministros hasta congresistas y candidatos.

En buen español, la política económica humalista, estatista y depresora de la libertad económica, se queda y hasta se profundiza. Si la gestión del MEF ha fracasado dinamizando la economía y el comercio exterior desde el 2013 a la fecha, si ha espantado inversiones, si la corrupción burocrática no amaina, si la gente ya se está dejando de creer el cuento de que la causa es la llegada de los venezolanos, eso importa muy poco. 

Para eso estarían los nuevos congresistas. Y repito, el que no se alinee, resulte fujimorista o moradito, podrá salir con un ojo bien morado. Ellos posiblemente saben que no saben cómo recuperar el crecimiento, pero todo parece indicar que eso no les preocupa mucho.

En este punto me quedo con el deseo personal de que –tomando una metáfora ajedrecística– el rey y los peones reaccionen. Que rebobinen y entiendan que la historia los ubicará en el tacho. Que como al grueso de los gobiernos de la fase posvelasquista, los recordarán por su traición al pueblo. Por caer en la receta fácil de inflar el aparato estatal con una institucionalidad prostituida –ergo, multiplicar la corrupción burocrática– y que como en cada año desde 1960, el país persista atrasándose. Y el producto de cada peruano en dólares constantes se haga más y más distante del de una nación desarrollada.

Carlos Adrianzén
27 de enero del 2020

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