Francisco de Pierola
Ganó la cordura
Trump se enfocó en los valores fundamentales que resonaron con los votantes
La izquierda internacional ya tiene su narrativa lista: Donald Trump, el supuesto rostro del fascismo y la opresión, ha retomado la Casa Blanca en un acto que, según ellos, representa un retroceso para la humanidad. El progresismo ha repetido hasta el cansancio que Trump simboliza el racismo, el clasismo y la xenofobia, pero millones de estadounidenses dijeron ¡basta! Le dieron la espalda al wokismo que, bajo la bandera de la inclusión, ha debilitado la economía, la moral y la cohesión social del país.
Trump no solo recuperó la presidencia, sino que llevó al Partido Republicano a la victoria en el Senado y la Cámara Baja. Estados clave como Georgia, Carolina del Norte y Pensilvania fueron decisivos para alcanzar los 270 votos electorales necesarios. Su regreso marca un hito histórico: el mayor retorno político en la historia de Estados Unidos, según sus propias palabras. Pero, ¿qué simboliza realmente esta victoria?
En su discurso de triunfo en West Palm Beach, Florida, Trump prometió liderar una nueva "edad de oro". Agradeció a su familia y a figuras públicas como Elon Musk, Joe Rogan y Robert F. Kennedy Jr., quienes apoyaron su causa incluso frente a la adversidad. Sobrevivió a dos intentos de asesinato y enfrentó un sistema mediático que lo demonizó a diario. Ni los ataques físicos, ni los intentos por encarcelarlo o expropiarle bienes, ni siquiera el respaldo incondicional de Hollywood a los demócratas, pudieron frenar la marea roja que se levantó contra el progresismo.
El caso de Kamala Harris merece un análisis aparte. La entonces candidata demócrata no concedió la derrota la noche de las elecciones, delegando a su copresidente de campaña la difícil tarea de enfrentar a sus seguidores en la Universidad Howard. Su campaña sufrió serios errores estratégicos, como la elección de Tim Walz como compañero de fórmula en lugar de Josh Shapiro, un movimiento que debilitó las posibilidades de asegurar estados clave. Harris, además, falló en distanciarse de la impopular administración Biden y en abordar temas críticos como la inflación y la seguridad fronteriza.
Por su parte, Trump se enfocó en los valores fundamentales que resonaron con los votantes: la defensa de la Constitución, la libertad de expresión y religión, y el derecho a portar armas. Prometió eliminar la financiación a escuelas que promuevan ideologías radicales, restaurar la paz en Europa y Medio Oriente, y deportar a los extremistas pro-Hamas que operen en universidades estadounidenses. Sus propuestas, lejos de ser radicales, apuntan a recuperar la cordura en un país que parece haber olvidado sus raíces.
El equipo de Harris reconoció, aunque tarde, que la narrativa de comparar a Trump con fascistas y nazis fue un error. Este tipo de ataques no solo carecen de sustancia, sino que evidencian la falta de propuestas reales del progresismo. Toda la campaña de la izquierda fue atacar al ex presidente Donald Trump y sus simpatizantes, olvidándose de que dichos simpatizantes son también ciudadanos a quienes no les hace gracia ser criminalizados por sus ideas. Mientras tanto, Trump capitalizó cada golpe recibido, convirtiéndose en un símbolo de resiliencia para sus seguidores. Durante la campaña, incluso después de ser herido en un intento de asesinato, levantó el puño y gritó "¡Luchen, luchen, luchen!", un momento que quedó grabado como prueba de su fortaleza.
El triunfo de Trump también expone la decadencia de los medios tradicionales, cuya credibilidad ha sido arrasada por décadas de mentiras y manipulación. Los estadounidenses han dejado claro que ya no se dejan guiar por una élite mediática que intenta dictarles qué pensar. Esta elección es un recordatorio de que, a pesar del poder del establishment, el sentido común y la voluntad del pueblo aún pueden prevalecer.
El senador JD Vance, compañero de fórmula de Trump, resumió el momento a la perfección: "Esto es solo el comienzo". Y, de hecho, lo es. La victoria republicana no solo representa un cambio en la política estadounidense, sino también un golpe al progresismo global que ha buscado reprimir cualquier disidencia bajo el pretexto de lo políticamente correcto.
Estados Unidos vuelve a ser un faro de esperanza para quienes creen en la libertad, la justicia y el sentido común. Frente al intento de imponer una agenda que atenta contra los valores fundamentales, los votantes eligieron defender lo que es correcto. Porque, al final del día, ganó la cordura.
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