Raúl Mendoza Cánepa
Familias productivas
La economía popular de mercado es inclusiva y potencia al pequeño capitalista
En estos tiempos en que los precios de los minerales alcanzan niveles históricos, es imperativo que nuestro país aproveche la oportunidad para impulsar un desarrollo económico sostenible y equitativo. La volatilidad de los mercados internacionales nos recuerda la importancia de diversificar nuestra matriz productiva y de fortalecer el tejido empresarial nacional.
Decimos que la “economía popular de mercado” (fomento del capitalismo de los pobres), debería ser un contenido constitucional que dé certeza al pequeño capital. Solo una mayoría liberal y democrática no haría trampa para destruir el régimen económico constitucional. Esa sería la premisa de animar un debate.
La economía popular de mercado es inclusiva porque potencia al pequeño capitalista, lo que es, además, una distribución desestatizada de los beneficios del libre mercado. De allí que propongo que una parte significativa del canon minero sea destinada a financiar proyectos productivos a nivel local, empoderando a las comunidades y fomentando el emprendimiento familiar.
Las burocracias regionales son ineptas y corruptas en buena suma y son un dique para esa riqueza que debería ir directamente hacia los pobres. Imaginemos un escenario donde los pequeños productores, especialmente en zonas rurales, tengan acceso a créditos blandos y a programas de capacitación para mejorar sus técnicas de producción. Con guía de negocios, podrían desarrollar actividades productivas de alto valor agregado, aprovechando las riquezas naturales de sus regiones y las vías de conexión que, de seguro, el puerto de Chancay promoverá. Así, el oro y el cobre, en lugar de ser solo commodities exportados, se convertirían además en catalizadores de un desarrollo regional de mercado.
¿Y por qué entra el canon minero en esta sugerencia? Porque representa una porción de la riqueza generada por la explotación de nuestros recursos no renovables. Es un fondo que debe ser utilizado de manera estratégica para construir un futuro para los peruanos y no para los gobernadores regionales y sus séquitos.
¿Por qué las familias productivas? Porque son el motor de la economía real. Al fortalecer a las familias productivas, estamos fortaleciendo el tejido social y generando empleo de calidad. Además, estamos promoviendo una cultura del emprendimiento.
Algunas naciones han logrado trascender la maldición de la abundancia, transformando sus riquezas minerales en motores de desarrollo sostenible. Noruega, con su fondo soberano, Chile con sus fondos regionales de desarrollo, Australia con su fondo de futuro y Canadá con sus acuerdos de beneficios compartidos, nos ofrecen lecciones sobre cómo gestionar los recursos naturales.
La riqueza mineral no es un fin en sí mismo, sino un medio para el bienestar ciudadano. Es fundamental invertir en el capital humano, fomentando la educación y la capacitación de los ciudadanos del Ande. ¿Qué familia querrá cerrar una mina que sostiene la educación universitaria de sus hijos? El capital popular desde un porcentaje del canon debe colaborar a la sostenibilidad de los recursos naturales.
Las comunidades que viven en las zonas de explotación minera deben beneficiarse directamente de los proyectos mineros. Decía Adam Smith: “al invertir en nuestras comunidades, estamos invirtiendo en la verdadera riqueza de la nación”.
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