Raúl Mendoza Cánepa

Explorar es una propensión humana

¿Están las momias de varios Incas enterradas en un céntrico distrito limeño?

Explorar es una propensión humana
Raúl Mendoza Cánepa
22 de julio del 2024


Era un hombre relativamente joven, un historiador a quien entrevisté varias veces y con quien conversé amical y académicamente sobre las momias de los incas enterradas en Lima (desde El Comercio). Incluso me interesó en el tema de la búsqueda de este misterio que reposa en algún subsuelo escondido del Hospital San Andrés, en Barrios Altos (Lima). Me refiero a Teodoro Hampe.

Nada se puede hacer contra lo imbatible. Toda vida pende de un hilo y Hampe partió de pronto y la ilusión de observar y rastrear, aunque sea sin éxito, las momias incas se fue con él. Se sabe que hacia 1560, el virrey Marqués de Cañete ordenó depositar en el Real Hospital de San Andrés, en la octava cuadra del jirón Huallaga, las momias embalsamadas de tres o cuatro incas que habían sido recogidas en el Cusco. Al parecer, llegaron a Lima: Viracocha, Huayna Cápac, la coya Mama Ocllo y Pachacútec.

Me era difícil creerle, pero Hampe era alguien que se tomaba todo en serio.

Le pregunté si Polo de Ondegardo envió la momia a Lima.  Me respondió: "Es una versión que corre escrita desde las crónicas del siglo XVI y que ha sido retomada por numerosos investigadores peruanos y extranjeros. Si bien el informe de sus actividades se ha perdido, está claro que en un lapso breve habría descubierto y confiscado casi todas las momias de los difuntos incas. El corregidor enterraría secretamente a muchas de las momias en el Cusco, para evitar que los cuerpos fueran exhumados y entregados a la “idolatría” de los nativos. Pero Ondegardo reservó las momias que estaban mejor preservadas, o eran objeto de mayor veneración, y las envió a Lima, para que fueran vistas por el virrey y allegados de la corte virreinal".

Me parecía insólito y hasta cinematográfico lo que decía, pero insistía en que las momias de los más connotados gobernantes del incario reposan en Lima. Hay testigos, y hasta José de Acosta  describió la momia de Pachacútec:  

Vio la momia de Pachacútec cuando se hallaba expuesta en el Real Hospital de San Andrés, y la describe de esta manera: ‘Estaba el cuerpo tan entero y bien aderezado con cierto betún, que parecía vivo. Los ojos tenían hechos de una telilla de oro, tan bien puestos que no le hacían falta los naturales, y tenía en la cabeza una pedrada que le dieron en cierta guerra. Estaba cano y no le faltaba cabello, como si muriera aquel mismo día, habiendo más de sesenta u ochenta años que había muerto…

Le hice notar a Hampe que José de la Riva Agüero hizo una excavación y no halló nada. El historiador, acucioso, me respondió: "Su excavación se concentró en un lugar equivocado: la cripta debajo de la capilla del Hospital de San Andrés. Los incas eran paganos y no merecían ser inhumados en ese recinto cristiano".

No le faltaba razón. Su olfato y sapiencia para la investigación combinaban con su rigor lógico y permanente ubicación en los escenarios. "Los incas fueron ubicados presuntamente en un ‘corral’ o patio del viejo Hospital de San Andrés, tal como relatan las crónicas de la época temprana colonial. Es bastante probable que el entierro de los incas en Lima haya permanecido intacto a través de los siglos, ya que la estructura del claustro principal de San Andrés y sus patios adyacentes no ha sido alterada". 

Tres incas y dos coyas o reinas. Le pregunté al historiador qué es lo que se ha encontrado. Él respondió:

"La investigación en los predios del antiguo Hospital de San Andrés se inició en agosto del 2001, con un equipo de profesionales peruanos y norteamericanos, bajo los auspicios de la National Geographic Society (...) Si bien no aparecieron las codiciadas momias de los incas, se abrió una serie de bóvedas, pisos y conductos subterráneos, de donde se extrajo una buena colección de ceramios, metales y huesos". 

Claro que Hampe no era sensacionalista, sino un investigador serio, y señaló que nadie ha podido certificar que los cuerpos de los incas fueran destruidos, quemados o removidos de allí después de su “desaparición” en el siglo XVII. Él asumía que San Andrés es un verdadero santuario inca en la ciudad de Lima. Toca a los historiadores, a sus discípulos, a los apasionados de la Historia y de los misterios que ella esconde, tomarle la posta al explorador del pasado.

Por cierto, queda la inquietud: ¿hay historiador que tome la posta?

Raúl Mendoza Cánepa
22 de julio del 2024

NOTICIAS RELACIONADAS >

Cuando pienses en volver

Columnas

Cuando pienses en volver

En realidad, no es una novedad que hablemos de emigrar, quién n...

02 de septiembre
Dobles varas

Columnas

Dobles varas

En un estado de derecho nadie es involucrado en un juicio solo por cre...

26 de agosto
Igual va preso

Columnas

Igual va preso

Es definitivo, aquí concluye todo. Lee, huevón.  &l...

19 de agosto

COMENTARIOS