Raúl Mendoza Cánepa
Ese lobo estepario
La maldita manía de pensar libremente
Ser república es vencer la discriminación. Y la hay de todo tipo. A algunos les toca superar el matiz de su piel o su origen social en esta manida sociedad colonial, a otros nos toca una discriminación muy especial: esa que te cierra la discoteca por pensar diferente.
Como dicen, no me dejan entrar a las fiestas por romper un poquito la línea. A veces me tocó ir al margen por ser liberal; y más que liberal, honesto. Y en ocasiones por estar "a la izquierda de la derecha", que es lo mismo que estar al centro; como cuando un jurado conservador me quiso escamotear un premio. No, señores, no era yo un caviar por trabajar en una ONG (además algo compleja en su composición), yo era un liberal republicano. O sea, ni para unos ni para otros.
Columneaba en Correo de Tafur y en el de Mariátegui, donde por chancar al chavismo, rompí el corazón de sus fans. Qué discriminación no republicana esa que hace que te odien a la derecha y que te odien a la izquierda solo por pensar.
¿Creías que solo por raza o condición social recibías el golpe? Lo recibes por ser intelectualmente honesto ¿Creen que mi CV en un Congreso mayoritariamente naranja iba a pasar piola sin borrar la mitad? Pero nunca borro, “investigador de la Comisión Andina de Juristas” ¿Y qué? La hice bien y muy a gusto y es mi biografía. Tampoco podría borrar que pasé por el staff de Opinión de El Comercio cuando aquel era muy liberal (y tanto que alguno allí creía que se debía privatizar las calles ¡!). O que pasé por su suplemento cultural, dirigido por una dama conservadora, lo que invitaba a muchos a examinar con lupa El Dominical solo por joder. No a El Dominical mismo, sino a la dama, y tampoco a ella por ella sino a ella por sus ideas. Que pensar distinto en el Perú es un delito. Cuando me fui, al tiempo que la editora (¡!), alguien escribió un post sin saber que yo allí me las ganaba y me las ganaba para mis hijas: “por fin purga en ED”. Claro, qué fácil cuando quedas fuera con una familia que mantener. Ese es mi Perú.
La discriminación es moneda común aquí. No soy amigo de los escritores que dominan el sistema cultural y que son caseros del decano, donde si no estás como escritor “no existes” ¡Y qué tal si fuera un escritor andino! Y hasta quizás me anime.
Puedes quedarte fuera también por ser entrometido, ese que siempre opina de más y termina al margen. Por eso fui el que en un artículo de 2017 en Exitosa inventó el término republicano: "Agrandar la cancha para todos" (aunque hoy se diga: " la cancha plana para todos"). Igual vale. Tenía razones.
Seremos república cuando seamos tolerantes y fraternos pese a nuestras pequeñas diferencias o a nuestras vastas distancias. Ocurre en los muy doctos círculos académicos, donde eres un extraño solo por pensar diferente, “y es que los profesores de la PUCP, tus maestros, tienen siempre la razón”. Sí, claro. Y más todas esas veces que alinean su razón a lo que, en realidad, ellos quisieran creer.
Maldita manía la de pensar al borde, la de pensar con riesgo. OK, perdonen por nacer, por existir, por saber, por pensar. Moriré en pobreza y sin aroma de santidad ¿Están contentos? ¿Qué me retracte? Está bien... Eppur si muove.
COMENTARIOS