Javier Agreda

ESCRIBIR PARA MERECER LA VIDA

ESCRIBIR PARA MERECER LA VIDA
Javier Agreda
25 de enero del 2017

Sobre la vida y obra de J. M. Arguedas, a 106 años de su nacimiento

Uno de los mayores problemas que tuvieron que enfrentar los escritores latinoamericanos de este siglo fue el de representar, a partir de técnicas y lenguajes propios de la modernidad literaria, la riqueza de las tradiciones culturales propias de sus países y la fuerte presencia de idiomas locales. Los más importantes creadores han sido aquellos que lograron esta difícil simbiosis: Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo, Roa Bastos. Y, por supuesto, José María Arguedas, el escritor que a partir de un profundo conocimiento de lo indígena logró hacer que la cosmovisión andina y el idioma quechua se presenten, con toda su fuerza y originalidad, por primera vez en la literatura escrita en español. A 106 años de su nacimiento, la vigencia de su obra lo ha convertido en uno de los escritores más importantes de la literatura peruana.

José María Arguedas nació el 18 de Enero de 1911 en Andahuaylas. Su padre, después de enviudar, se volvió a casar con una rica hacendada de la provincia de Lucanas. Esta mujer fue decisiva en la vida y obra del escritor, pues despreciaba tanto al niño que lo hacía vivir con los criados, quienes no sólo lo trataron muy bien sino que además lo hicieron partícipe de la forma de ver el mundo y los mitos propios de la zona. A pesar de eso, los malos tratos de su madrastra y de un hermanastro que lo había tomado casi como un criado personal, lo llevaron a fugarse de su casa. El padre de José María optó entonces por llevarlo consigo en sus frecuentes viajes de negocio, y así el futuro escritor conoció todo el sur de nuestro país, sus costumbres y tradiciones.

Después de concluir la secundaria en Ica, JMA llegó a Lima para estudiar Letras en la Universidad de San Marcos. No tardó en incorporarse al ambiente literario limeño y publicó su primer libro Agua (1935), un conjunto de cuentos que se originó, según sus propias palabras, como una reacción ante la narrativa indigenista de aquellos años: “Cuando llegué a la universidad, leí los libros en los cuales se intentaba describir a la población indígena. Me sentí tan indignado, tan extrañado, tan defraudado, que consideré que era indispensable hacer un esfuerzo por describir al hombre andino tal y como yo lo había conocido”.

Este primer libro no lo dejó muy satisfecho, especialmente en lo referente al lenguaje: “el castellano no me servía para la interpretación de todas esas vivencias. Yo había aprendido todo ese mundo en quechua y el castellano me resultaba un instrumento ajeno, ineficaz”. Poco después sería encarcelado por participar en una manifestación universitaria; una experiencia importante en su vida, que lo llevaría a escribir, más de veinte años después, la novela El sexto (1961). Una vez liberado, se casa en 1939 con Celia Bustamante y publica la novela Yawar Fiesta (1941), con la que cierra lo que los críticos consideran su primera etapa literaria.

Durante los años cuarenta y cincuenta Arguedas se dedicó más a sus actividades como docente y como antropólogo, su segunda especialización universitaria (en 1937 completó sus estudios de Literatura). Y aunque en esta área llegó a destacar (incluso viajó a Europa becado por la UNESCO), es también en esta etapa que se inician sus crisis depresivas, las que después lo conducirían a varios intentos de suicidio. En 1958 publica la que para muchos es su obra maestra, Los ríos profundos en la que el mundo andino aparece retratado en toda su complejidad y riqueza, empleando un español que asimila mucho del espíritu del quechua, y en el que los elementos poéticos y míticos están siempre presentes.

La década del sesenta es para el escritor la de los reconocimientos por su obra literaria y por su labor académica. Su narrativa comienza a recibir premios y es traducida a diversos idiomas, mientras que él es nombrado director de la Casa de la Cultura del Perú (1963), director del Museo Nacional de Historia (1965) y recibe diversas distinciones. En el plano creativo sus obras se vuelven cada vez más ambiciosas y audaces. Todas las sangres (1964) es su novela más extensa y en ella intenta abarcar toda la diversidad y complejidad de la sociedad peruana, a partir de las disputas por una mina encontrada en la sierra. También publica un nuevo libro de cuentos, Amor mundo (1967) y comienza a trabajar en una novela que sólo será publicada póstumamente.

En una carta a Manuel Moreno Jimeno le comenta acerca del interés general en su obra: “Mi caso es tan increíble. Las novelas que he escrito están empezando a ser tomadas en cuenta seriamente. Se está haciendo una traducción al italiano de Los ríos... y de Todas las sangres; he recibido una hermosísima carta de una escritora rusa que está traduciéndolas al ruso... y acabo de recibir una propuesta para ocuparme durante cinco meses en Berlín únicamente de mis libros”. Pero es también en esta década que todos los males del autor se agravan, especialmente el insomnio y la depresión. Afectivamente también su vida se complica bastante: se divorcia, vuelve a casarse, rompe con muchos de sus amigos más cercanos. En 1966 intenta suicidarse, pero es salvado. A partir de ese momento renuncia a todos sus cargos académicos para dedicarse únicamente a la docencia universitaria.

De esa profunda crisis solo pudo salir gracias a la escritura, como reconoce en una carta a su psiquiatra: “No creo merecer la vida; o mejor para merecerla debo hacer algo cada día y ese algo es únicamente escribir”. Y lo que escribe es la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), un texto en el que hace un retrato del Perú de su tiempo a partir de la descripción de la ciudad de Chimbote, en esa época uno de los puertos pesqueros más importantes del mundo. El autor incluyó en el texto de la novela una serie de diarios personales en los que expone no solo los proyectos y dificultades que encuentra en la redacción de esta obra, sino también de sus intenciones de suicidarse. Finalmente vuelve a intentarlo y muere el 3 de diciembre de 1969.

Con el paso de los años, las novelas de Arguedas ha ido dejando atrás las polémicas que en el momento de su publicación suscitaron. Hoy es considerado uno de los escritores esenciales de la literatura peruana y sus textos son minuciosamente estudiados por lo más importantes intelectuales de todo el mundo. Su obra constituye uno de los más valiosos testimonios culturales del siglo XX peruano.

Por Javier Ágreda

Javier Agreda
25 de enero del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Columnas

Centenario de Jorge Eduardo Eielson

Hace exactamente un siglo, el 13 de marzo de 1924, nació en Lim...

11 de abril
Peruvian fiction

Columnas

Peruvian fiction

Con La lealtad de los caníbales (Anagrama, 2024) Diego Trelles ...

05 de abril
En agosto nos vemos

Columnas

En agosto nos vemos

Diez años después de la muerte de Gabriel García ...

22 de marzo

COMENTARIOS