Eduardo Zapata

ESCRIBIR A MANO… ¡ESO CANSA!

ESCRIBIR A MANO… ¡ESO CANSA!
Eduardo Zapata
26 de enero del 2017

El “texteo” está reemplazando a la escritura

Cuento una experiencia personal. Hace unos cuatro o cinco años dicté un curso para egresados de periodismo, de aquellos que se hacen para obtener la licenciatura. El examen final duraba tres horas y era de desarrollo, y durante todo ese tiempo recuerdo que me llamó mucho la atención que los estudiantes —primero cada diez minutos y después con más frecuencia— dejaban el lapicero sobre la carpeta, elevaban la vista como reflexionando… ¡y se masajeaban la mano con la que escribían! Calculo que de las tres horas, veinte minutos fueron dedicados a esta suerte de ritualidad.

Quienes estén leyendo esto y sean profesores o padres de familia atentos, seguro también lo habrá notado. Porque el fenómeno va en aumento. Los niños y jóvenes parecen estar perdiendo la presteza muscular de la mano para afrontar la escritura de textos más o menos extensos.

Pero en los dos últimos años un nuevo fenómeno ha asomado ante mis ojos. Así como a los más adultos nos pueden sorprender la rapidez y destreza con la que los alumnos movilizan sus pulgares para escribir en sus teléfonos móviles, a mí me ha sorprendido otro fenómeno que va en paralelo. Como cualquier profesor, yo he estado habituado a buenas y malas letras en los exámenes, con el suplicio inherente para el desciframiento de estas últimas. Ocurre que en estos dos últimos años tal difícil tarea —casi criptográfica— prácticamente ha desaparecido. Pocos son los alumnos que escriben con “fea letra”. Se demoran en codificar sus mensajes escritos. La mano parece también cansárseles. Pero el resultado es una escritura hasta “bonita”.

Cuando uno observa detenidamente los actos de escritura manual de cada alumno, uno puede comprobar fácilmente que las letras ya no se trazan como antaño, sino se dibujan. Las letras parecerían obedecer a un curso de caligrafía que hace tiempo desapareció en las escuelas. Y entonces lo que parece estar ocurriendo es que la escritura manual se ha convertido en una artificialidad poco usual, dada la familiaridad de las personas con los dispositivos electronales. De hecho ya hace algún tiempo los jóvenes –en su lenguaje coloquial— distinguían entre “textear”, cuando se trataba de usar dispositivos electronales, y “escribir”, cuando había que vérselas con escrituras “a mano alzada”, como dirían los señores economistas.

Esta es una manifestación clara de un cambio cultural. De hecho, tiene efectos cognitivos que no vamos a discutir aquí. Sobre la lectura y la escritura. Solo pienso que haríamos un gran bien a nuestros estudiantes si les permitiésemos ya, a los que lo deseen, escribir sus exámenes en sus computadoras personales. Nos privaríamos tal vez de las “letras bonitas”, pero el tiempo dedicado ahora a dibujar las letras y a sobarse las manos podría privilegiar la expresión de contenidos.

Entiendo que este tema da para muchas conversaciones. Solo quería socializar una experiencia de aula que me parece culturalmente relevante.

Por Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
26 de enero del 2017

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