Eduardo Zapata

Erre con erre barril…

La testarudez en el trazo de políticas públicas

Erre con erre barril…
Eduardo Zapata
12 de julio del 2023


“R
con r cigarro, r con r barril, rápido corren los carros del ferrocarril…”. Se trata de uno de tantos trabalenguas que suelen hacernos perder la paciencia pero que tienen, a la vez, finalidades didácticas. Por lo pronto, articular mejor la vibrante múltiple R. Y ya en la escuela, e iniciada la aventura de la escritura, aprovechar el trabalenguas para aprender el uso de la doble R. 

En cualquier caso, los trabalenguas acuden a aliteraciones pronunciadas muy rápidamente. Aliteraciones que destacan el sonido que se quiere subrayar. De hecho no importa tanto el sentido de lo dicho sino aquel sonido o letra que se pretende afrontar.

Y como no interesaba el sentido original, he aquí que los usuarios de la lengua independizaron sintáctica y semánticamente la expresión “r con r barril” para –respetando la perezosa y cancina monotonía auditiva– aludir a las personas que solo repiten y repiten, citan y recitan, sin proponer su punto de vista. El citado trozo de trabalenguas se convierte así en sinónimo de testarudo. Interesante voz cuya etimología nos habla de una vasija de barro (tiesto) y de una persona a la que le cuesta aprender (rudo). 

Vivimos tiempos de cambios culturales, de cambios climáticos, de cambios políticos y sociales y aun de transformaciones económicas. Personas e instituciones se ven obligadas a reinventarse. Y todos estos cambios son más que evidentes, acelerados e invasivos: se desborda su decir. Y sin embargo muchos analistas prefieren refugiarse en sus supuestas certezas para no comprometerse en plantear soluciones acaso difíciles, acaso dolorosas.

Si el ser testarudo fuese asunto personal, vaya y pase. Pero si por serlo alentamos testarudez en el trazo de políticas públicas, ni vaya ni pase. Porque encerrarse en la testarudez no hace sino fortalecer aquellas ´narrativas´ salvíficas que proponen la redención en el reino de este mundo. Narrativas totalmente desapegadas de la evidencia histórica pero que pueden albergar precisamente la convocatoria de la redención prometida.

Se acaba de constatar, por ejemplo, la existencia de títulos falsificados entre docentes nombrados. Se levanta la noticia como si la detección y una eventual sanción contribuirían a ´solucionar´ el tema educativo. Y sabemos, desde hace mucho, que títulos formales también devienen, esos, de la falsificación del conocimiento en diferentes universidades o institutos. Y lo mismo es válido para la certificación de cursos, cursitos, seminarios y congresos. Que solo sirven para engordar currículos. ¡Vamos!: cuando llegamos al sin sentido de convocar un concurso docente para que ingresen casi todos y en vez del aplauso complaciente que advendrá ante el ´éxito´ deberíamos preguntarnos cuál será el nivel de los que ni siquiera se atrevieron a presentarse a tan generoso concurso.

Es cierto que “r con r barril” puede ser útil para la mejor articulación de sonidos y la identificación de pertinencias ortográficas. Pero ese trabalenguas convertido en testarudez no ayuda para nada a elucidar. Y menos a alimentar políticas públicas sanas.

Eduardo Zapata
12 de julio del 2023

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