Entre la maldición y la bendición

La confesión de Luis Nava, secretario del expresidente Alan García, en la que acusa a su jefe de ser corrupto y frívolo, cae como maldición fatal sobre el congreso del Partido Aprista que se realiza en Lima este fin de semana; o por el contrario, puede ser la bendición que salve al Apra de su destrucción. La confesión de Nava ha producido un terremoto. Ahora los delegados del Congreso Nacional Aprista tienen que salvar al partido de la destrucción y encontrar la forma de reconstruirlo. Tienen que sacar a los dirigentes de la dirección política, que se aferran a sus cargos, que son incapaces de sostener la unidad y han conducido al partido a derrotas electorales catastróficas.

Como contrapartida a esta situación desastrosa, desde hace tiempo existe una lucha interna para que el Apra se reconstruya y que rompa su alianza con el fujimorismo, que vuelva a ser un movimiento popular y revolucionario, y que aliente la formación de un frente democrático, promotor de un gobierno de ancha base social. Es evidente que solo los apristas pueden salvar al Apra de su aniquilamiento político.

Algunos dirigentes apristas señalan a Luis Nava como “vil mayordomo que sirvió abyectamente a García”, y afirman que “Nava negoció cobardemente con la Fiscalía y lo incriminó para favorecerse y obtener la prisión domiciliaria”. Sin embargo, la mayoría de la opinión pública del país cree en la versión inculpatoria de Nava, aunque el proceso todavía está en su fase de investigación. Pero de lo que sí se puede estar seguro es de que Alan García fue responsable de rodearse de confesos mafiosos como Nava, que se jactan públicamente de haber pertenecido al círculo íntimo del expresidente.

Agustín Haya de la Torre, dirigente aprista, hijo del jefe de la histórica revolución de Trujillo en 1932 y sobrino del fundador y jefe del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, afirma en Twitter: “A los presidentes delincuentes se les debe retirar la banda presidencial para recuperar la dignidad republicana”. Por su parte Hugo Otero, hijo de un fundador del movimiento aprista y miembro del partido desde hace más de cincuenta años, escribe en su cuenta de Twitter: “La cúpula ha destruido al Apra, no dejemos que la entierre. Que el partido vuelva a nacer fuerte y limpio, como fueron sus fundadores. Elijamos a los mejores para servir al Perú y a los más pobres, primero. La tarea hoy es reconstruir”.

Asimismo, Homero Castro, dirigente sindical azucarero chiclayano, cree que “el espíritu limpio de Haya de la Torre tiene que volver a nacer”. Y refiriéndose a la actual dirigencia dice que “es hora de recuperar el partido de esa cúpula deshonesta que se ha aliado con los ricos alejándonos del pueblo”. Franz Chevarría, dirigente cusqueño, es más radical: “El Apra tiene que renovarse y hacer una autocrítica, de lo contrario no tiene ningún destino. Para salvarse —sostiene— el único camino que le queda al partido es retornar a Haya de la Torre, hacer revivir su memoria y sus ideas y unirse a las luchas populares”. Abel Callañahupa, dirigente aprista de Chumbivilcas, señala que “el Apra no debe defender a Alan Garcí, ni a ningún corrupto, ni tampoco a los que están acusados de corrupción. El Apra debe volver a defender al pueblo y a los más humildes”.

Micaela Silva Ibáñez, militante aprista que reside en Estado Unidos opina que “tienen que ser expulsados del partido Mulder, Del Castillo, Velásquez y, todos los alanistas que destrozaron al partido de Haya de La Torre. Mi padre estuvo seis años preso y siete años desterrado, y toda mi familia es aprista y nos duele ver como unos delincuentes pretenden acabar la obra de miles de peruanos que lucharon por la justicia social”.

Juan Carlos Sánchez, dirigente limeño piensa que “el cambio no es para que todo siga igual; es hora de que seamos el partido de la izquierda democrática y de acabar con el alanismo neoliberal”. Los pronunciamientos apristas en las redes son miles y expresan el deseo y la voluntad de renovar ese partido. Agustín Haya de La Torre y Carlos Roca Cáceres son las personalidades emblemáticas destacadas por los sectores que promueven la reconstrucción del Apra.