Entre el fraude y la farsa

Desde el 28 de Julio Nicolás Maduro ha recibido el apoyo explícito de las tiranías latinoamericanas y el respaldo de los gobiernos de Rusia, China e Irán. Por cierto ha tenido en los gobiernos de López Obrador, Gustavo Petro y Lula da Silva, a aliados estratégicos dispuestos a montar una farsa, exponiendo posiciones ambiguas orientadas a ganar tiempo. Los gobiernos de Brasil y Colombia en especial, no han sido capaces de denunciar el fraude electoral perpetrado por el tirano Nicolás Maduro. Resulta burdo que el Consejo Nacional Electoral haya anunciado resultados electorales sin mostrar al mismo tiempo las actas de sufragio. Más aún es inaceptable que los resultados de cada mesa de votación no hayan sido hasta la fecha publicados en la web del C.N.E. 

Por el contrario la oposición liderada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado han publicado y puesto a disposición de la ciudadanía y la opinión pública internacional las actas de sufragio de más del 80% de las mesas de sufragio instaladas en todo el país. Nicolás Maduro, en momentos de dificultad, cuando miles y miles de manifestantes salieron a las calles a protestar contra el fraude electoral, derribando incluso monumentos erigidos por el chavismo, ha tenido el tiempo necesario para urdir un plan apoyado en maniobras dilatorias. Políticos sin escrúpulos –como el presidente Lula y Gustavo Petro por un lado y López Obrador– han actuado en consonancia con un guión.

El presidente de México ha invocado principios de "no intervención", de manera reiterada. Lo cierto es que López Obrador carece de autoridad moral, simpatizando con las tiranías de Cuba y Nicaragua, expresando frecuentemente opiniones sobre la política interna de Perú y otros países de la región. López Obrador siempre respaldó al golpista Pedro Castillo, llegando incluso a negarse a transferir la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico al Perú. Por su parte, el presidente de Brasil no actúa como un estadista, sino como un activista del Foro de Sao Paulo. Su propuesta de que se realicen nuevos comicios en Venezuela, pone al descubierto la catadura moral de un político, más aún cuando su larga experiencia política lo debería alejar de caer en el abismo de la ingenuidad. 

El presidente Lula sabe muy bien que el tirano Maduro no es un demócrata, tiene claro que fueron impedidos de votar varios millones de ciudadanos venezolanos residentes en el exte rior y que la lideresa de la oposición María Corina Machado fue virtualmente "vetada" e impedida de participar en los comicios de manera dolosa por las autoridades al servicio de la dictadura. Cuando Lula propone la realización de nuevas elecciones en Venezuela, se pretende consumar una "trama fraudulenta" en la que el presidente de Brasil demuestra tener pocos escrúpulos. 

No olvidemos que la llamada "trama de Odebrecht" fue direccionada por el propio presidente Lula, estando en el ejercicio del poder e incluso cuando ya no era Jefe de Estado. Lula actuó como un "facilitador" o "lobista" internacional, influyendo a favor de las empresas constructoras brasileñas, para que éstas ejecuten las grandes obras de infraestructura en América Latina. Recordemos que Lula fue privado de su libertad, por mandato judicial; más aún en el Perú, como en diversos países de la región, la corrupción alentada por las empresas constructoras, ha marcado la agenda política en los últimos años. 

Lula pretende ser un líder respetable y está lejos de serlo. Lula y el ex Jefe de Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero cumplen actualmente un penoso y vergonzoso papel en la escena internacional. El presidente Gustavo Petro, no se atreve a cuestionar al tirano Maduro, menos pretende ser un obstáculo frente a los planes y acciones políticas cubanas. Gustavo Petro tiene propósitos políticos que no distan mucho del modelo castrochavista. La decisión adoptada por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, confirma el control que ejerce el gobierno de Nicolás Maduro sobre los órganos electorales y los tribunales de justicia. Nicolás Maduro ha sido imputado por la Corte Penal Internacional, por la comisión de graves ilícitos. López Obrador se puso de su lado, cuando la administración Biden (hace un tiempo) no lo invitó a la Cumbre de las Américas. Por su parte Lula no tuvo reparo en invitar a Maduro a una Cumbre Internacional desarrollada en Brasil, manifestando que existía una distorsión de la realidad venezolana, deformada por los medios internacionales. Sin los gobiernos de Brasil, Colombia y México, hoy Nicolás Maduro afrontaría mayores dificultades. 

La OEA actúa con moderación, no se ha promovido la realización de una Auditoría Electoral Internacional como se practicó en Bolivia en el 2019. Luis Almagro como Secretario General, carece de liderazgo e iniciativa. La comunidad internacional debe actuar en defensa de la libertad y el respeto irrestricto a los resultados electorales, que dieron una amplia victoria a Edmundo Gonzalez. El presidente Joe Biden no da pasos seguros y la candidata Kamala Harris evita pronunciarse sobre la situación política en Venezuela. Nicolás Maduro espera que Donald Trump no sea elegido presidente en noviembre. América Latina afronta desafíos y retos. La lucha por la libertad no tiene fin. Venezuela libra una batalla por la libertad. Es el momento de poner fin a la tiranía de Nicolás Maduro.