Jose Antonio Torres

Pedro Castillo: el golpista se victimiza

Tratando de escapar de la responsabilidad penal

Pedro Castillo: el golpista se victimiza
Jose Antonio Torres
14 de marzo del 2025


Pedro Castillo no es un preso político, aunque intente posicionarse como una figura central en la vida política nacional. Carece de conocimientos en economía, derecho y relaciones internacionales, pero ha desarrollado habilidades suficientes para ser un agitador sindical y presentarse como víctima de una supuesta injusticia.

El Perú no debe olvidar que el 7 de diciembre de 2022 fue detenido cuando intentaba llegar a la embajada de México tras fracasar en su intento de consumar un golpe de Estado. Las imágenes de su captura evidenciaron su incapacidad para afrontar las consecuencias de sus actos. Ese mismo día, el Congreso aprobó su vacancia con más de cien votos, incluyendo los de miembros de Perú Libre y el Bloque Magisterial. En la tarde, Dina Boluarte asumió la presidencia conforme a lo estipulado en la Constitución.

La comunidad internacional reconoció al nuevo gobierno, con la excepción de México. Andrés Manuel López Obrador se mostró dispuesto a otorgar asilo a Castillo y su familia, ignorando su vocación golpista. Desde antes del 7 de diciembre, en sus conferencias "mañaneras", había defendido a Castillo, denunciando un supuesto racismo por parte de las élites limeñas. Además, bloqueó la entrega de la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico al Perú, generando una crisis que requirió la mediación de Chile. En contraste, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó el intento de golpe. Curiosamente, durante el gobierno de Castillo, Almagro había mostrado un respaldo incondicional, lo que le valió el apodo de "el visitador" por sus frecuentes reuniones en Palacio.

Castillo confiaba en que los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional respaldarían su maniobra, así como miles de manifestantes, permitiendo el cierre del Congreso y la ruptura del orden constitucional. Sin embargo, su plan fracasó.

No llegó al poder para impulsar cambios estructurales, sino para aprovecharse de él. Desde la "Casa de Sarratea" y durante su mandato, actuó al margen de la legalidad, buscando enriquecerse y desestabilizar la institucionalidad. Intentó dividir al sindicato SUTEP y nombró ministros sin la más mínima idoneidad, alineados con la extrema izquierda. A nivel internacional, restableció relaciones con Venezuela y acercó al Perú al eje de La Habana, Managua y Caracas. Evo Morales, con visitas constantes al país, intentó impulsar RUNASUR con el pretexto de fortalecer la identidad aymara y quechua, cuando en realidad buscaba expandir el cultivo de coca y el comercio de oro hacia Bolivia.

Castillo apeló a estereotipos para cimentar su imagen, usando su característico sombrero como símbolo ancestral. Su gobierno se caracterizó por la demagogia, la mentira y la victimización. No dudó en presentar un supuesto "cheque sin fondos" ante niños con cáncer junto a Andrés Hurtado "Chibolín". Se rodeó de oportunistas y figuras mediáticas que le brindaron apoyo y lo visitaron en Palacio con una actitud más de respaldo que de fiscalización periodística.

Su gobierno será recordado como un período de improvisación y rapiña. Militó en Perú Posible de Alejandro Toledo y, como dirigente magisterial, gozó de licencias sindicales permanentes. Obtuvo su licenciatura en la Universidad César Vallejo (UCV), vinculada a su aliado político César Acuña. Su título de magíster está bajo sospecha, pues la tesis con la que obtuvo el grado fue realizada junto a su esposa y carece de una investigación rigurosa. Incluso Beatriz Merino, ex defensora del Pueblo, salió en su defensa, asegurando que contenía "rasgos de originalidad".

Actualmente, Castillo está preso por mandato judicial, mientras su esposa e hijos gozan de asilo en México. El juicio oral en su contra avanza y ha presentado múltiples impugnaciones y apelaciones, buscando desacreditar las audiencias. En su histrionismo, ha intentado retirarse de la sala y ha amenazado con iniciar una huelga de hambre, insistiendo en su condición de "preso político".

Sin argumentos sólidos, Castillo pretende que su caso sea visto como una persecución internacional. Sin embargo, en el Perú no hay tal persecución política. Prueba de ello es que Perú Libre sigue participando en el Congreso sin restricciones. El debido proceso debe garantizarse, pero también debe asumir su responsabilidad y recibir la sentencia correspondiente.

El Perú ha sufrido golpes militares y autogolpes a lo largo de su historia. Si el 7 de diciembre de 2022 su intento hubiera prosperado, el país habría caído en la misma espiral del castrochavismo que ha sumido en la miseria a otras naciones latinoamericanas. La pobreza no se combate con discursos ni decretos; se requiere estabilidad y crecimiento económico. La demagogia de Castillo, con su lema "No más pobres en un país rico", solo evidenció la falta de un plan real para el desarrollo nacional.



Jose Antonio Torres
14 de marzo del 2025

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