Tino Santander
El VRAEM
Sobre una silenciosa movilización ciudadana en la selva sur para crear nueva región.
A la zona selvática que abarca los valles de los ríos Apurímac, Ene y Marañón se le conoce como el VRAEM; es la “región” creada por el DS 074-2012-PCM. Abarca 50 distritos de cuatro regiones (Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Junín) y aproximadamente 620 mil habitantes. Según el INEI, el 77% de la población vive en extrema pobreza. La mayoría se dedican al cultivo de coca para producir cocaína.
Varios cárteles de la droga brasileño-bolivianos, colombianos y mexicanos, acompañados de “Sendero Luminoso”, financian el narcotráfico. La infinidad de cooperativas de ahorro y crédito que hay en Huamanga lavan al parecer el dinero de la droga que sale del VRAEM. Ésta región es un polvorín pronto a estallar.
La migración permanente de jóvenes andinos a los cocales del VRAEM, atraídos por los altos jornales y el dinero fácil, incrementa la población urbana de esa región que degrada la vida de miles familias peruanas. El VRAEM tiene un alto porcentaje de jóvenes encarcelados por TID que dejan esposas e hijos en abandono. Jóvenes y adultos se asimilan a Sendero y a las bandas de traficantes como el único camino de prosperidad.
La región está controlada por las Fuerzas Armadas. El gobierno nacionalista, a través de su congresista Walter Accha, presentó un proyecto de ley que propone crear la nueva Región VRAEM pero fue archivado. Sin embargo, las razón principal que sustenta el proyecto, la pobreza extrema, está presente en las provincias ayacuchanas de La Mar y Huanta; y en la provincia cusqueña de La Convención, donde los diez centros poblados de Echarate buscan ser distritos para ser región porque están cansados del centralismo, la ineficiencia y la corrupción de los sucesivos gobiernos locales y regionales. Nada los une al Cusco, salvo el lejano recuerdo de los incas. Igual sucede en Satipo (Junín) y en Tayacaja (Huancavelica).
Los analistas de las fuerzas armadas creen que una nueva región permitiría hacer la carretera Echarate-San Francisco, que impulsaría el desarrollo agroindustrial de una gran zona del VRAEM. Mientras tanto, en La Convención se viene impulsando un referéndum para ser parte de la nueva región e integrarse con el canon de Camisea. Los convencianos están interesados (aunque no lo dicen abiertamente) en ser la capital de la nueva región.
El fracaso de la regionalización es evidente. Los 20 partidos políticos nacionales y 450 movimientos regionales han convertidos las regiones en botines. Los gobiernos regionales han sido incapaces de integrarse en macrorregiones, han burocratizado las gestiones y la mayoría se ha desbarrancado en la corrupción. Los casos de Cajamarca, Ancash, Cusco, Tumbes y Madre Dios son patéticos.
Los gobiernos regionales están al margen de los conflictos sociales y sus soluciones. La fragmentación política impide integrar a la población y asumir responsabilidades respecto el desarrollo y la democracia. Las universidades son islas autistas que producen mediocridad. La anomia es un manto de niebla que impide ver el horizonte. Los partidos no existen, nadie los quiere. La población subconscientemente busca un mesías autoritario que imponga orden. La mayoría silenciosa no quiere comprometerse con el Perú, ni con la democracia.
El Perú necesita una gran revolución institucional. Los políticos tienen miedo a plantear el tema. Tienen mil argumentos para negarse: “se pierde votos, se afecta intereses”. Por otro camino van los pueblos, sin dirección y fragmentándose, por nuestra incapacidad para dirigirlos. Si no actuamos, vamos directo a ser un estado fallido dominado por bandas del crimen organizado.
Por Tino Santander
23 – jun – 2015
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