Jorge Varela

El pueblo no le dice Gabriel

La reacción de los chilenos ante las decisiones de su presidente

El pueblo no le dice Gabriel
Jorge Varela
04 de junio del 2024


De acuerdo a la Iglesia católica, Gabriel es uno de los ángeles custodios encargados de cuidar a los hombres en su tránsito por la vida, protegerlos del mal y guiarlos al más allá. Es decir, Gabriel junto a los arcángeles debiera ser el gran centinela y guardián que defiende la vida y proteja de la inseguridad y del crimen que hacen imposible vivir en paz, sin temores. Me refiero al ángel de la guarda. La inobservancia de lo anterior sería motivo suficiente para demandarlo por abandono notable de sus tareas terrenales, ante el patrón superior del bien. 

Sirva esta introducción profana para descender a la planicie de lo contingente donde la obsesión por mantenerse en el poder hace explotar la red neuronal de políticos jóvenes y jerarcas viejos para llevarlos a estados ascendentes de fiebre y confusión mental, como si hubieran ingerido ayahuasca, autosugestionados de que son verdaderos monstruos dialécticos. Su última carta -la del aborto libre- muestra hasta dónde pueden llegar en su distorsión ideológica.

La invención del antigabrielismo

El término ‘antigabrielismo’ es una invención artificiosa surgida del delirio de algunos integrantes del Frente Amplio chileno. Su mención ha sido objeto de críticas y ha generado polémica al interior de la coalición gobernante. 

Hablar de antigabrielismo es acordarse de un presidente anterior que también se llamaba Gabriel, recuérdese los versos de Pablo Neruda, quien fuera generalísimo de la campaña de Gabriel González Videla (año 1946). Su solo nombre de pila es ya un mal recuerdo para muchos comunistas: un fantasma que les persiguió hace 76 años y que rechazan verlo resucitado. Por eso, si es necesario hacer sacrificios, están dispuestos a caminar en puntillas por el palacio de La Moneda lo que resta del mandato de Gabriel Boric y a ofrecer una disminución de sus acciones directas en las calles, debidamente compensada.

Al Partido Comunista, -cosa curiosa-, le apasiona el amor con ventaja, siempre que el amado o amada sea leal y se comporte según sus deseos. Sus integrantes saben cómo expresar sus sentimientos y exigir reciprocidad en el plano de los afectos para mantener viva la relación. Los camaradas, por algo se llaman así entre ellos, están predispuestos para intimar, pero no han sido entrenados para soportar traiciones.  Ay de quien lo intentare, pues lo lamentará. Los ejemplos a través de la historia abundan y son dramáticos. Evite exhibir inadvertidamente algún puñal, ese que ellos suelen portar si el comité central así lo decide. En el caso de Trotsky fue un piolet.

Gabrielismo y antigabrielismo 

Hoy la pregunta cuya respuesta tiene premio es: ¿el gabrielismo ha iniciado un desplazamiento al antigabrielismo? Para empezar el primero no existe, los más cercanos no utilizan el nombre de Gabriel que ha generado el término en cuestión. El trato protocolar más frecuente es el de señor presidente, seguido del primer apellido. Concordemos además que desde el inicio del período fue apodado tempranamente por un comentarista español con la denominación de un pez, mote que es el calificativo popular con el cual se le identifica mayoritariamente por aquellos que aman el mar. 

De modo que el gabrielismo nunca ha existido y probablemente no existirá; lo que habla bien del ciudadano que rechaza cualquier atisbo de culto a la personalidad. He aquí el gran error del diputado frenteamplista que inventó dicha alusión, pues le faltó considerar que a los compañeros comunistas, acompañantes temporales o circunstanciales de ruta, no hay que incomodarles ni provocarles. La reacción destemplada y amenazadora efectuada en la sede de los tribunales para apoyar a uno de sus militantes, un alcalde acusado de delitos que afectan las arcas fiscales, es la clara demostración táctica de sus métodos violentos. 

Se viene el posgabrielismo

Después de la tercera cuenta presidencial, ¿cómo se avizora el clima político? ¿Qué anuncian los futurólogos? ¿Será el gabrielismo un cometa que no alcanzó a brillar y se extinguió antes de tiempo? Si fuera así, no tendría sentido hablar de antigabrielismo. Lo indicado, por ahora, sería dibujar las características de una tercera fase que podría iniciarse: la era de un paradojal posgabrielismo, hipotético y fatídico.

Habrá pues, que estar atento a los saltos y comportamiento del principal personaje de este proceso extraño que ha servido para agitar al enjambre del conglomerado oficialista y dejar semiaturdidos a los ciudadanos. Al parecer nada detendrá el intento de dicha fase final, ni siquiera la dignidad de una criatura que anida en el vientre de su madre esperando el gran momento para integrarse a la vida.

Quizás también por esta razón el pueblo ciudadano no le llama Gabriel.

Jorge Varela
04 de junio del 2024

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