Eduardo Zapata

El polígrafo

Para los servidores públicos, ante la inmoralidad imperante

El polígrafo
Eduardo Zapata
09 de agosto del 2018

 

El Tribunal Constitucional del Perú es un órgano autónomo e independiente. Responsable —como sabemos— de velar por el principio de la supremacía constitucional. Simbólicamente, la más alta instancia de la justicia en nuestro país.

Y uno de sus miembros señaló por escrito y ante la opinión pública que tenía un grado de Doctor expedido por una universidad del extranjero. Y resultó que no lo tenía, ni lo tiene. Más que obvio el “alto tribuno” —y con un simple papelito— convirtió lo que constituía un engaño a la sociedad en un “error de tipeo”. El señor no volvió a ser cuestionado por la prensa, tan afecta a la moralidad, ni por las autoridades a las que les correspondía hacerlo.

La Corte Suprema es el máximo órgano jurisdiccional en el Perú. Y un juez supremo nos convoca al análisis y la vergüenza con un lenguaje propio de grupos de crimen organizado. Y dado el trasfondo de las groseras transacciones grabadas —y no pocos intereses— la prensa lo convirtió en el símbolo de la corrupción a erradicar. Y su defensa —en boca de sí mismo— es que ha cometido faltas a la ética, mas no ha delinquido.

Finalmente un señor ministro —cuyas relaciones mediáticas son prolíficas y cuyo origen lo califica per se como decente— es grabado capitaneando una operación de cambio de votos parlamentario para salvar a su presidente de la vacancia. La prensa calló su nombre, se centró racistamente en un parlamentario de apellido Mamani y a nadie le preocupa una frase que pronunciase este señor mediáticamente fantasmagórico: “Tú sabes cómo es la nuez”.

Y todo esto ocurre en el contexto de audios que se filtran impunemente, desde la Fiscalía a la policía. Para que pudiese armarse una estrategia comunicativa de desprestigio de los “enemigos” y protección a los amigos.

Audios dosificados por capítulos, elevación a los altares del “periodista de investigación” que los consiguió, demolición de supuestas honras personales y políticas. Tampoco ello intranquilizó a la Fiscalía de la Nación, que no ha investigado de oficio la grave filtración. Y menos a la organización criminal que trazó la estrategia comunicativa de demolición.

En la “justicia” peruana —y gran parte de la prensa— se ha hecho discrecional la palabra “ética”, y la legalidad es ahora ajena a lo moral. Aun cuando los audios reflejen un lenguaje y acciones repugnantes, “la nuez” es poder, dinero y chantaje. ¡Ampay me salvo y salvo a todos mis compañeros!

Ahora se habla de reformas. Serán solo más papeles mientras el capital humano sea lo que es. Tal vez haya llegado la hora de utilizar el polígrafo para todo servidor público, sin exclusiones. Obvio que debería ser usado como elemento indiciario, pero anotemos que en el mismo Estados Unidos —y bajo acuerdo de fiscal y defensor— el polígrafo tiene valor de prueba en varios Estados. En algunos países tiene valor de prueba aun sin acuerdo.

 

Eduardo Zapata
09 de agosto del 2018

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