Neptalí Carpio

El poder de las nuevas centralidades económicas

Hay unas 25 nuevas centralidades económicas en Lima

El poder de las nuevas centralidades económicas
Neptalí Carpio
30 de marzo del 2018

 

El proceso de transición que ha sufrido nuestra capital, de una tendencia monocéntrica a una policéntrica, ha dado lugar a dos fenómenos económicos. Por un lado, han surgido nuevas centralidades económicas, especialmente en las llamadas “Limas” (Norte, Sur, Este, San Juan de Lurigancho y Lima Centro); y por otro, las antiguas centralidades económicas han modificado su rol y cambiado sus vocaciones productivas. Entender la naturaleza endógena de estos procesos es crucial para comprender cuál es el nuevo rol productivo que está adquiriendo nuestra capital y de qué manera deben intervenir el Gobierno nacional, el Gobierno metropolitano, la gran inversión pública y privada, la academia y el sector financiero para fortalecer una nueva matriz productiva.

Hace aproximadamente treinta años atrás no imaginábamos que en Zárate (una zona creada como residencial), en el distrito de San Juan de Lurigancho, crecería un denso parque industrial, donde se ubican unas cien empresas y las principales exportadoras de confecciones, desplazando al distrito de Ate, en la Carretera Central y, a los más antiguas de las avenidas Argentina y Colonial, en el Cercado de Lima. Del mismo, nadie planificó que en San Isidro y Miraflores se ubicaran el centro financiero del Perú; o que muy cerca, en San Borja, se haya ubicado el centro cultural y de convenciones de Lima. Tampoco estuvo previsto que, en Huachipa, ya en Huarochirí, se esté construyendo el primer puerto seco de Lima y un extenso parque industrial, bajo iniciativa puramente privada.

Y lo que es más significativo, en la década del setenta, en el distrito de la Victoria, todos suponían que el conglomerado de la Parada y sus calles alternas solo quedarían como un gran conglomerado comercial. Pero para sorpresa de muchos ahí surgió el emporio de Gamarra, donde crecerían 14,000 talleres productivos, cientos de los cuales se encuentran ahora en quiebra o en una etapa de reconversión, por la desigual competencia con China y la falta de innovación tecnológica. De la producción mercantil simple a la acumulación originaria de capital, para utilizar la jerga marxista, un conglomerado comercial se transformó en manufactura, con las limitaciones que todos conocemos.

Ahora en el año 2018, se han creado por lo menos unas 25 nuevas centralidades económicas en nuestra capital, en las diversas “Limas”. Un interesante estudio de Martha Lazarte, titulado Estudio de las dinámicas y procesos de desarrollo económico territorial en una Lima policéntrica (2015), muestra un inventario de estas nuevas centralidades, y que están surgiendo fenómenos como el de Gamarra, pero con vocaciones productiva diferentes. En estos procesos podemos encontrar a Plaza San Miguel, el centro financiero San Isidro, el centro comercial de Miraflores y el centro comercial Mesa Redonda. Han aparecido más recientemente otras centralidades, esta vez en las áreas interdistritales o periféricas, como Pachacútec en San Juan de Miraflores y Villa María del Triunfo, Parque Industrial en Villa el Salvador, Ceres en Ate y Zárate en San Juan de Lurigancho; Caquetá, Palao y Gamarra en San Martín de Porres e Independencia; Ovalo Infantas y Mega Plaza en Los Olivos; Huamantanga en Puente Piedra; Puno y Boulevard en Comas; Las Malvinas en la Av. Colonial; y en el Km. 22 en Carabayllo.

Estas nuevas centralidades muestran una fragua de emprendimientos, pero acusan altos niveles de informalidad, inseguridad y baja productividad. La gran pregunta que surge entonces es, aprendiendo de las virtudes y límites de Gamarra, ¿qué ocurriría si el Estado, tanto a nivel nacional como metropolitano, así como por un rol visionario de la gran empresa y el sector financiero, se adelanta al proceso e instala Centros de Innovación Tecnológica (CITES), plataformas de capacitación para la exportación, centros de diseños y estrategias de acompañamiento para promover una diversificación productiva? Si eso llegara a ocurrir, es casi seguro que estos nuevos conglomerados —de la dimensión de Gamarra, pero con otros giros productivos— podrían emerger, con la capacidad para competir con otros países en la aldea global y sin pasar por las vicisitudes que ahora pasan los gamarrinos, por no haberse preparado para una gran competencia en el marco de los tratados de libre comercio.

Ahora que casi todas las universidades privadas se han volcado a instalar sedes en lugares cercanos a estas nuevas centralidades económicas, bien podrían lograr una metamorfosis académica, aprendiendo y, a la vez, influyendo para lograr altos niveles de competitividad de estos sectores. Sería una excelente ocasión para que, por ejemplo, el estudio del Diamante de Porter no solo se quede en una exquisitez académica, sino que se convierta en una herramienta práctica y en permanente feed back, para insertar a la academia en estos nuevos fenómenos económicos.

Y, por cierto, puede y debe ser una ocasión para que el Gobierno metropolitano de la ciudad, junto a las municipalidades distritales, encuentre una nueva inserción social y económica, dejando de ser entes estatales marginales o solo recaudadores de impuestos en estos sectores. Ahí encontrarán el verdadero poder de estas nuevas centralidades económicas y entenderán qué tan importante es modificar la institucionalidad de gestión, de articulación y de representación de una megaurbe como Lima.

 

Neptalí Carpio
30 de marzo del 2018

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