Tino Santander
El peruano oprimido
¿Puede haber democracia sólida con 10 millones de peruanos sin agua?
El debate sobre el himno entre Alan García y PPK es político. No es una anécdota de puyazos, adjetivos o sarcasmos solamente para descalificar al rival. Algunos analistas señalan que ambos están equivocados y que la modificación se debe a la decisión de un ministro que afirmaba que la estrofa nos recordaba “la opresión y humillación de los peruanos” y deterioraba la autoestima nacional.
Detrás de este análisis está la idea de que el Perú es una nación con una bandera, un himno, una “historia común”. No. El Perú, todavía no es una nación -está en construcción-. Tenemos diversas culturas (peruanas) que habitamos un mismo territorio con inequidad, racismo y con 22% de pobreza extendida en todo el país.
Volvamos al debate. Mientras que PPK afirma: “Yo no entiendo por qué Alan García cambió la estrofa que comenzaba con el largo tiempo el peruano oprimido, si eso es lo que verdaderamente existe, hay más de 10 millones de pobres ¿eso no es ser oprimido?”
Alan García, replica: “Sr Kuczynski: estudie historia peruana. El Tribunal Constitucional declaró apócrifa la pseudo 1ra estrofa del himno (Exp. 044-2004 mayo 2004)”. Y agregó: “Por eso, nosotros los peruanos que no servimos otra bandera, dejamos la falsa estrofa del himno por la auténtica de José de la Torre Ugarte”.
Polémica trunca. Sin embargo, podemos ver por dónde van los candidatos y a quien pretenden representar. PPK quiere ser el candidato de los pobres, por eso afirma “en el Perú, seguimos oprimidos… eso lo tenemos que cambiar”. Lo dijo en “La Hora N” con Jaime de Althaus.
Incluso fue tildado de populista por “El Comercio” cuando propuso eliminar el SNIP y crear un sistema nacional de inversión eficiente que reduzca el déficit de infraestructura, de 123 mil millones de dólares, que tiene el Perú en educación, salud, caminos, agricultura y seguridad.
Alan García, quiso descalificar a PPK. Indudablemente García es brillante para lanzar el adjetivo preciso y golpear al rival. No olvidemos que él es autor de la frase “reelección conyugal” que desenmascaró el proyecto autoritario de los Humala-Heredia. Sin embargo, el adjetivo o sarcasmo esconde debilidad y confusión programática cuando se quiere estar bien con todos electoralmente.
Alan García ha logrado en pocos años hacer del APRA el partido conservador que las elites dominantes de antaño demandaban. García y el Apra han asumido legítimamente el discurso empresarial de la CONFIEP de que “solo el crecimiento económico salvará al Perú”. El aprismo difunde el programa empresarial en todo el país exaltando el crecimiento económico per sé.
El fujimorismo (ausente en el debate de ideas) paradójicamente es un “aliado estratégico de las posiciones radicales” que ven en el triunfo electoral de Keiko Fujimori la oportunidad de polarizar el país hasta llevarlo a la violencia insurreccional. El fujimorismo en el poder se convertirá en la chispa que incendie la pradera.
La izquierda sufre de disonancia cognitiva. Está contra la minería, pero quiere canon minero. Los demás grupos son una expresión alarmante de improvisación en la política nacional.
En el Perú no puede haber democracia con 10 millones de peruanos sin agua; con 82% de agricultores sin acceso al crédito; con 500 mil mineros informales abandonados y explotados por mafias. El crimen organizado se apodera del presupuesto regional y municipal y de la vida de millones de ciudadanos. El Perú cada día se fragmenta en intereses irreconciliables. Los peruanos tienen sed de venganza contra el sistema, que necesita urgente una revolución democrática que construya un país de ciudadanos.
Por Tino Santander
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