El líder anímico

Los grandes milagros económicos en el mundo han sido éxitos liberales. Hay una constante y el dominio del crecimiento es el mismo: la economía de Corea del Sur, por ejemplo, creció a una tasa promedio de 7.6% cada año desde 1965 hasta 2015. Hoy es un país rico. Fue tremendamente pobre en la década del cincuenta.

Argentina es un país similar en recursos a Nueva Zelanda, pero Argentina es hoy un país pobre, es un país antimilagro; y Nueva Zelanda es un país rico, ¿por qué? Desde 1900 Argentina llevaba la ventaja; es más, era la joya del planeta. La Constitución liberal de Alberdi, la economía privada y su visión de fe en sí misma hizo de esta nación sudamericana la Suiza de América, tanto que las grandes potencias le pedían prestado. Desde 1950 aproximadamente, Argentina y Nueva Zelanda dejaron de parecerse. El peronismo, es decir, el populismo estatista tiró a Argentina hacia abajo, mientras Nueva Zelanda elevaba su producción. Desde el año 2000 la distancia se hizo sideral.

Los dragones asiáticos no dependieron de ningún recurso natural porque no lo tenían. Optaron por la libre empresa y la tecnificación de la gente. Se lanzaron al mundo. Imagine si el Perú tomara el camino de Japón o Corea del Sur, libre empresa y educación técnica con facilidad para exportar; pero añádale el valor de una gran minería y una diversidad extraordinaria. En un mundo que va camino al uso del cobre para todo, ¿qué enorme salto daría? 

¿Qué se necesita para crecer y ser los primeros? Más empresas privadas y menos regulación, menos peso del Estado, aunque con más visión y liderazgo; menores cargas sobre los privados; reforma educativa dirigida a la técnica; innovación; emprendimientos; facilidad para hacer negocios; estabilidad y certidumbre institucional.

Dice el Instituto Peruano de Economía que para 2023 la inversión privada caería en 3%, “el sector construcción podría caer en más de 10% (…). Por otro lado, también es un año complejo para la inversión minera. La caída se debe a que no existen proyectos que sustituyan la gran envergadura que tuvo Quellaveco. En el segundo semestre del 2022, cuando Quellaveco pasó a la etapa de producción, se dejaron de invertir alrededor de 300 millones de dólares”. Eso se lo debemos a Pedro Castillo y a los radicales antimineros. Con el canon en manos de la gente, serían los ciudadanos los primeros en defender la minería.

El paso del cangrejo que inició el nefasto Gobierno de Castillo, tan o más empobrecedor que una pandemia, debería dar paso en 2026 a un despegue. Este solo se producirá si seguimos algunas recetas de los milagros económicos basados en la libertad durante un periodo muestra de veinte a treinta años: Japón creciendo a 9% anual, Alemania a 8.3%, Corea del Sur a 7.6%, España entre 1959 y 1973 a 7%, Chile a 7.7% y otros más. El Perú puede ser un país rico, desde luego que sí, pero todo pasa por una reformulación de la política y del marco institucional, una tan profunda que erija un país de individuos libres fabricándose, sin frenos estatales, una vida mejor.

El liderazgo anímico es ese; aunque no en la misma línea de Franklin Roosevelt, sí un New Deal, un “nuevo trato”: colocarle un turbo a la economía y a la vida de la gente sobre la base de una gran reforma liberal mientras se prende la gran batería del entusiasmo y se trabaja por un profundo cambio institucional.