Manuel Gago
El huracán Donald Trump
Las promesas de campaña se hacen realidad
Donald Trump es presidente de Estados Unidos y no del mundo. Sus políticas están orientadas a otorgarles a los ciudadanos estadounidenses bienestar y seguridad, tal como haría cualquier presidente responsable. Estamos, entonces, avisados. Por la manera como inició su segundo mandato, cumpliendo sus promesas de campaña –aprovechando la ola de popularidad poselectoral— no parará hasta que, según su parecer, los pilares de su Gobierno estén cimentados. Veamos.
En las últimas décadas, una corriente global –apoyada sustantivamente por los demócratas norteamericanos– intenta hacerse del poder mundial por intermedio de la ONU, OMS, UNICEF, FAO y otros organismos rentados, siendo EE.UU. el mayor de los aportantes. Los neomarxistas controlan esas instituciones con políticas claramente intervencionistas. Le restan a países como Perú, su soberanía. Los ejemplos sobran. Las narrativas sobre derechos humanos, medioambiente, ideología de género, etc., provocan inestabilidad social, económica y política. Y a ello también contribuyen medios y comunicadores rentados, que se lucen como los adalides del periodismo independiente.
En los últimos días Trump ha decidido suspender las operaciones de la agencia de cooperación internacional USAID. Los fondos norteamericanos administrados por la agencia estaban destinados a atacar a occidente, sus costumbres y valores, tradiciones e historia. Los neomarxistas, aliados del “imperialismo yanqui”, no se hacían ascos recibiendo los millones para sus oenegés. Son aportes que, como se sabía de tiempo atrás, no llegaban a los usuarios finales sino que se quedaban en una planilla dorada de oenegistas dedicados a escribir y copiar informes, organizar conferencias, viajar en primera clase, hospedarse en hoteles cinco estrellas y consumir quesos y vinos finos.
Los neocomunistas inventaron el Acuerdo de Escazú, rechazado por los países amazónicos. Con el Acuerdo pretendían apropiarse del Amazonas, con todas sus riquezas; hacerlo propiedad mundial gobernado por intermedio de oenegés.
Por el covid, la OMS simuló un control global. Mediante “protocolos sanitarios” paralizó al mundo y enriqueció de sobremanera a los negociantes del sector salud. Obligaron a la población a vacunarse so pena de restricciones que iban en contra de derechos humanos fundamentales. Era claramente un plan de sometimiento izquierdista. El miedo y el encierro hicieron daño, y en Perú el resultado fue de 200,000 muertos. La OMS y Martín Vizcarra son los culpables de esas muertes.
El huracán Trump –como fue el tsunami Fujimori en sus años de gobierno– está decidido a romper las cadenas. El tren de Aragua domina barrios enteros en New York, Chicago y otras ciudades de la Unión. Hasta han establecido, como en Perú y otros países latinoamericanos, “zonas liberadas”.
Podemos decir sin lugar a dudas que el Partido Demócrata norteamericano fue infiltrado por una izquierda imperial y radical. Recordemos: los viejos comunistas sostienen que al enemigo hay que destruirlo en su espacio, intoxicarlo física y mentalmente. Y lo están consiguiendo, avanzan deformando la mentalidad del norteamericano promedio con relatos contrarios al espíritu de los padres fundadores. Han hecho del fentanilo (opio) el principal analgésico usado por los adultos estadounidenses, e incluso por jóvenes que perdieron la capacidad de soportar dolores. El fentanilo, el rey de las drogas, crea dependencia y Trump ha decidido detener su avance.
Finalmente, y tan importante como la lucha contra la migración ilegal y criminal, es que millonarios fondos estatales han sido destinados a socavar a occidente; entre otros, el intento de destruir a la familia y la fe.
El gobierno de Trump usa los aranceles, la principal arma en la guerra de mercados. No debemos olvidar que China es potencia económica por el inicial ingenio y capital occidental. Y Trump se ha planteado devolverle a su país la supremacía y liberar al mundo del tóxico pensamiento woke. El voto del elector norteamericano así lo decidió. Entonces, las promesas de campaña se hacen realidad.
COMENTARIOS