Giancarlo Peralta

El gato de despensero

Se elige a condenados por corrupción como autoridades

El gato de despensero
Giancarlo Peralta
29 de mayo del 2024


El filósofo francés, François-Marie Arouet, conocido como Voltaire, acostumbraba decir que “el sentido común es el menos común de los sentidos”. Y la realidad le otorga la razón con mayor frecuencia de la que uno imagina. A una persona común y corriente no se le ocurriría poner al gato de despensero, a sabiendas que el felino pudiese poner en riesgo su propia alimentación si dispone de los productos puestos en custodia en una alacena.

No obstante, en el Perú suele ocurrir con mucha frecuencia que los ciudadanos colocan en puestos de gobiernos a “gatos de despenseros”, por no llamarlos directamente corruptos, a cuidar las arcas públicas.Después, los electores se suelen preguntar cómo es que terminan en dichas posiciones conduciendo el futuro de la nación donde lo único que aseguran es su propio bienestar, el de sus familias y su entorno amical o, como expresan los fiscales mediáticos, el crimen organizado.

Pero, los gatos de despenseros están por todas partes, un tiempo en el sector público y otro en el sector privado, a esto, los sectores del espectro político orientados hacia la izquierda denominan “la silla giratoria”.Cuando ocupan un cargo público autorizan y cuando dejan dicha posición cobran en el sector privado con una mirada siempre puesta en el confort de la posición de funcionario del estado.

Cuando pertenecen al sector privado señalan que hay que bajar los impuestos para estimular a inversión, pero no hacen nada para que esto se concrete; y, cuando están del otro lado, siempre promueven la inversión pública (léase: gasto descontrolado o ineficiente, como en el caso Petroperú –para muestra un botón–, le cuesta miles de millones de dólares a todos los peruanos que cumplimos con el pago de nuestros impuestos a la Sunat).

Si están en el sector público, nunca se les ocurrirá promover una encuesta que pregunte al poblador si considera o no que se debe bajar la tasa impositiva, porque si lo hacen, la respuesta está más que cantada.Cada uno sabe cómo administrar su propio dinero sin la ayuda del estado.

Si están en el sector privado (seguirán atentos a la primera oportunidad que se les presente para saltar (no sean mal pensados, no escribí “asaltar”) al sector público, donde actuarán en representación de “la ciudadanía”) dirán que se debe conocer el sentir de la población respecto a varios temas de “interés nacional” cuando en verdad están disfrazando sus propios intereses. Y si su interés real es retomar el control de la economía a través de la creación de empresas públicas, en desmedro de la participación del sector privado –el verdadero generador de riqueza.., argumentarán que el interés público (siempre que ellos lo administren) es superior al interés privado, por lo tanto, debe ser limitado.

No obstante, la Constitución vigente señala en el Título III del Régimen Económico, en su artículo 60, que “Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta (…)”. En consecuencia, los gatos del despensero fiscal requieren que se cambie la constitución para ensanchar la caja fiscal y tener mayores recursos de los cuales disponer.

Estos gatos siempre se preguntan, cómo lo lograremos, y la respuesta que han encontrado es generando las condiciones para el descontento social, crisis económica, postergación de las inversiones. Y otorgándole carácter de “legitimidad social” al resultado de encuestas, en las que la formulación de la pregunta conlleva en sí misma la respuesta que se quiere obtener.

Si se trata de poner en tela de juicio a las industrias farmacéuticas propondrán la realización de “estudios de percepción de la opinión pública” donde se preguntará si el ciudadano considera que el precio de las medicinas es: muy alto, regular o adecuado. No obstante, la irresponsabilidad mayor sería que un sector vinculado a la farmacéutica decidiese financiar dicha encuesta; hasta el felino Garfield, siempre tan distendido, se pondría de pie para manifestar su indignación.

Giancarlo Peralta
29 de mayo del 2024

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