Erick Flores
El Estado y Richard Swing
La corrupción no es patrimonio de un apellido en este país

“El poder corrompe, el poder absoluto corrompe
absolutamente”. Lord Acton
El caso “Swing” ha puesto en evidencia cómo es que funcionan las relaciones de poder en la praxis de la política. Parece que el presidente Vizcarra, pésimamente asesorado, no ha tenido muchos problemas en reconocer la naturalidad de este tipo de cosas. Pero no nos engañemos, este tipo de prácticas son el pan de cada día: muchas personas ofrecen el apoyo a un determinado candidato en campaña para luego pasar por las oficinas a reclamar su parte, una vez el partido se haga con el poder.
Ninguna novedad existe en este tipo de cosas. Si este caso se ha convertido en un escándalo, sólo es porque es bastante desubicado que el Gobierno pague un favor político que cuesta unos S/ 175,000 en medio de una situación tan delicada como la que nos toca vivir gracias al virus chino y a las nefastas medidas que ha tomado este Gobierno ante su expansión. Si no hubiera sido porque hoy casi todos estamos quebrados y no tenemos los ingresos suficientes para llevar el pan a nuestros hogares, quizá el caso “Swing” sería una mera anécdota.
Y a raíz de este caso, muchos han pegado el grito al cielo con justa razón. Personal médico sin equipamiento ni insumos para luchar contra el virus chino, hospitales desabastecidos, policías y militares en condiciones precarias, y un larguísimo etcétera, componen la grave situación que estamos atravesando. Mientras que el Gobierno de Vizcarra y sus peones prefieren darle prioridad a contratos de miles y miles de soles para sus amigos que los “apoyaron en la campaña”, para usar los términos del presidente.
En medio del escándalo, no podía faltar la voz de los peores. César Hildebrandt, por poner el ejemplo más notorio, se ha pronunciado también y –como ya es costumbre en él y el séquito de personajes que lo siguen– ha dicho que todos estos males tienen un solo origen: el fujimorismo. Trata de establecer una relación causal entre la inmoralidad detrás de estas prácticas y el Gobierno de los noventa. Habla del libre mercado e incluso cita a Friedman. Lo que termina por desnudar la profunda ignorancia política y económica de la que padece, además de un grave problema de fijación personal por un apellido.
Lo que quizá deba comenzar a entender Hildebrandt es que la corrupción no es patrimonio de un apellido en este país. Incluso si él tuviera el poder de borrar el apellido Fujimori de nuestra memoria histórica, personajes como Swing seguirían apareciendo porque este tipo de cosas no tienen nada que ver con tal o cual gobierno, con tal o cual apellido. La corrupción es un mal que obedece exclusivamente a incentivos, así que los millones de peruanos, alias “Swing”, que él denuncia, seguirán existiendo sin importar si su desprecio por la familia Fujimori tenga o no tenga sustento.
Y como la corrupción tiene que ver casi exclusivamente con incentivos, lo que se debe de plantear para evitar que la administración pública sea infestada por este tipo de personas, es eliminar esos incentivos. El Estado peruano, tal y como está actualmente y teniendo en cuenta que sigue creciendo, siempre va a generar incentivos perversos para impresentables, forajidos y chupasangres. Y la única manera de ir cerrándole el paso a este tipo de gente es reducir el tamaño del Estado de cabo a rabo. ¿Quién hubiera contratado a Richard Cisneros si no existiera un ministerio inútil como lo es el Ministerio de Cultura?
Este caso es uno de muchos y no basta con denunciar circunstancialmente estas prácticas. Si en verdad nos preocupa ir resolviendo el problema de la corrupción, es imperativo ir asumiendo conciencia sobres su causas reales. El problema no es Swing, el problema está en un Estado que es visto como un botín el cual se puede repartir una vez gane nuestro candidato. Y mientras no se corrija esto, muy a pesar de todos nosotros, seguiremos viendo casos como este. El Gobierno y sus amigos repartiéndose nuestro dinero.
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