Tino Santander
El coronavirus y la solidaridad
El Perú es un país insalubre
La pandemia mundial del coronavirus está sacando a flote el drama de la pobreza y la miseria peruanas, temas que no forman parte del actual debate político. Al respecto, el periodista Federico Salazar ha opinado, en un artículo, que el presidente Vizcarra utiliza la pandemia del coronavirus –que amenaza sobre todo a millones en los sectores más desfavorecidos– de recurso publicitario oportunista, al ofrecer el sistema de salud del Estado como protección ante esta crisis. Salazar denuncia y hace notar que, como en el caso del coronavirus, el presidente no hace igual oferta para combatir el dengue en la Amazonía ni la tuberculosis, dos enfermedades que diezman a la miles de peruanos.
Por su parte Jaime de Althaus, importante vocero de los llamados liberales, alienta y respalda esta posición. Sin embargo, lo que pasan por alto Federico Salazar y Jaime de Althaus es que la pobreza y la miseria que ahora sale a flote, unida a la corrupción más cuantiosa y escandalosa que ha sufrido la república, son producto del sistema político, económico y social que instaló Alberto Fujimori mediante un golpe de Estado hace treinta años. Un golpe que permitió la privatización del sistema de salud en beneficio de algunas empresas, y que debilitó y redujo la salud pública a un pésimo servicio y atención que hoy vive y sufre la inmensa mayoría.
Es evidente que en estas dramáticas circunstancias el presidente no puede ofrecer el sistema de salud estatal como escudo de protección. Su oferta es, efectivamente, una atrevida irresponsabilidad y burla, pues muy pocos creen en el Estado y mucho menos en su desastroso sistema de salud. En tanto que el sistema privado es solo para los privilegiados.
Federico Salazar se olvida de la dictadura neoliberal de Fujimori y la secuela de gobiernos que la sucedieron, que tampoco solucionaron el gravísimo problema. Es tan grave la situación que un prestigioso médico peruano acaba de señalar “el Perú es un país insalubre”. El gobierno de Vizcarra es parte de este contubernio, pues le ha mentido a la población ofreciéndole protección que no puede asegurarle. Ni Vizcarra ni el Estado están en condiciones de afrontar ninguna crisis de salud nacional; ni tampoco el sistema privado, porque tiene como objetivo la ganancia y el lucro.
Diez millones de personas no tienen agua ni desagüe, millones de trabajadores ambulantes venden y comen en las calles, mientras miles de colegios no tienen agua en los baños ni sus alumnos hábitos de aseo, por falta de educación. Esta es la realidad de la pobreza y de la miseria que sale a flote y que los liberales Jaime de Althaus y Federico Salazar no quieren ver, seguramente porque su forma de pensar y de comprender al Perú se les vendría por tierra.
La pandemia anunciada deja al descubierto que los peruanos no tenemos Estado, ni Gobierno, ni presidente responsable, ni clase política seria, ni empresarios conscientes de que el mercado está en peligro, con millones que pueden dejar de consumir por la crisis sanitaria. Sin embargo, sí tenemos lo más valioso, porque podemos organizarnos de forma solidaria en las comunas, en los barrios, en los diferentes lugares de trabajo y en el transporte público. Podemos unirnos, ayudarnos y difundir los hábitos de limpieza y aseo entre nuestras familias y nuestros hijos. Tenemos como arma formidable la solidaridad: utilizarla nos salva y nos ayuda a evitar el contagio masivo y a lograr que el país no se paralice. Es el verdadero combate por el Perú.
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