Raúl Mendoza Cánepa
El cerco psicológico
La mejor respuesta del Gobierno es resistir y mejorar las tácticas de dispersión

En la estrategia maoísta, el cerco es territorial, corre del campo a la ciudad arrastrando una muchedumbre que se va sumando en cada localidad, en virtud del liderazgo carismático. Es un error táctico no tomar en cuenta que Perú no es China. Al Che Guevara lo capturaron en Bolivia por soplo de los pobladores, carentes de espíritu revolucionario. Ninguna revolución fecunda sin convicción, ninguna solo por merced de una paga que un lumpen proletariado toma hasta el agotamiento y la disensión, el capitalismo cobra factura.
¿Hay un cerco en el Perú? Lo hay, pero es psicológico y se orienta a un fin, acorralar emocionalmente a la presidenta Dina Boluarte hasta su renuncia, una que arrastraría al país hacia un vacío de poder. Es una “guerra psicológica”, “meterle miedo”, hacerle creer que cada muerto es suyo y suma a un largo e infernal proceso que la destruirá anímicamente y la conducirá a una celda. Ya la justicia progresista se encargó de crear los precedentes en el 2001 hacia adelante, pero no necesariamente tiene que ocurrir así, si el análisis jurídico es cabal y los abogados en colectivo no dejan que eso ocurra. La violación de derechos humanos requiere intención y voluntad transgresiva objetiva, no ocurre cuando la conducta del gobernante o del mando se desprende de una reacción propia dentro del marco constitucional, no se responde por el cumplimiento estricto de un deber.
Lo que buscan es cercar psicológicamente a Boluarte, por lo que es una “guerra de resistencia” que fuerza a la gobernante a recurrir a la resiliencia a sabiendas de que mientras más resista más se fortalecerá su poder.
Una manera de cercarla psicológicamente es la traba vial para desabastecer a las ciudades. Esto es el mismo error que Sendero Luminoso cometió en los ochenta80, un error aún más expansivo porque “sitiar” las ciudades obstruyendo sus vías e impidiendo que se abastezcan no produce revoluciones, sino anticuerpos; tantos que los partidos de izquierda podrían perder en algunos meses una buena parte de su capital electoral. Uno de los errores de la izquierda radical criolla siempre ha sido el de comprensión de la estructura social y no asumir el papel antagónico de la extorsión colectiva.
La nueva estrategia del marxismo parece superar al viejo paradigma, pero llevar las guerrillas a las ciudades en el Perú tiene sus límites. No son ejércitos regulares, sino un “lumpen proletariado” que responde a una paga y, detrás, simulando masa, una multitud manipulada por un discurso mecánico y tan poco sensible que tenderá a desgastarse progresivamente. La mejor respuesta de un gobierno inteligente es resistir, vigorizar la moral de la Policía y mejorar las tácticas de dispersión alejando a la turba cada día más lejos de los centros de poder.
El modelo de dispersión parece surgir de la superioridad guerrera oriental. Quien conozca el juego de Go y lo compare con el Ajedrez entenderá. Los vietnamitas del sur aplicaron la estrategia de Sun Tzu, muy acorde al juego de Go. Mientras los estadounidenses, de la mano de un veterano de la segunda guerra mundial aplicaron las reglas del Ajedrez de arrasar para llegar al objetivo, peor aún, en el campo, no hay un ensayo ilustrativo que sirva en las ciudades. Sun Tzu sería algo así como el maestro de la estrategia de desgaste, muy similar a la guerra de guerrillas. Por eso Estados Unidos perdió en Vietnam. Mucho antes, Inglaterra supo usar una estrategia mejor, venció a España, que atacaba con insistencia hasta carcomer sus recursos, incluso destruyendo a la Armada Invencible en 1588 sin mover un dedo. La resiliencia es una estrategia parecida al Jiu Jitsu, cuando la habilidad del atacado logra que el adversario se golpee a sí mismo.
Sebastián Piñera no lo entendió en Chile, soltó el remo rápido y ahora miren, ¿lo comprenderá Dina Boluarte?
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