Victor Robles Sosa
El caso Pastor
Sobre nuestra fragilidad institucional y el odio político
El caso del ex congresista Aurelio Pastor ha desnudado la enorme fragilidad institucional de nuestra democracia y también la ausencia de límites en quienes administran justicia o ejercen la política o el periodismo a partir de intereses o desde una perspectiva de secta y de odio.
Tal vez la expresión más terrible de fragilidad institucional sea la ausencia de un sistema de justicia predecible, recto y justo, porque es la causa principal de que muchos peruanos inocentes sean enviados a prisión por dos razones fundamentales: corrupción de los encargados de hacer justicia y debilidad del sistema frente a las presiones políticas y mediáticas. En el caso de Aurelio Pastor se juntan ambas razones.
La Corte Suprema ha corregido una arbitrariedad y Pastor ha recuperado su libertad después de seis meses de prisión injusta, en un fallo que deja claro que en la conversación que tuvo con Corina de la Cruz, ex alcaldesa de Tocache, nunca cometió delito y que más bien aquella intentó inducirlo a cometer actos delictivos. A esta misma conclusión ya había llegado antes el Colegio de Abogados de Lima (CAL) en dos dictámenes técnicos.
¿Cómo explicar entonces que Pastor haya sido acusado primero y sentenciado después estando de por medio los dictámenes del CAL y la la conversación completa? Pues el fiscal lo acusó con una grabación editada malamente para perjudicar a Pastor, y el tribunal la admitió y lo condenó. Aquí surge otra pregunta: ¿Por qué actuaron de esa manera si ya se conocían la grabación completa y los informes del CAL?. Aquí hay claros indicios de que el fiscal y los jueces actuaron con mala voluntad.
Si queremos cambiar esta clase de justicia “a la carta” u obsecuente con el poder es necesario que los candidatos en campaña incluyan estre grave problema en el debate electoral y busquen puntos de acuerdo.
Pero a Pastor lo declararon culpable antes de que sea juzgado, en los titulares de prensa y en las declaraciones de voceros del gobierno que le negaron la presunción de inocencia y exigieron la sanción penal más dura para él. A ningún medio que lo acusó le interesó escuchar su defensa. Los hechos hablan: cuando alguien declara contra Pastor le dan primera plana o abridora de página. Y si alguien declara a su favor tal vez una pequeña nota refundida en alguna página interior.
Lamentablemente un sector de la media ha convertido el periodismo en herramienta de persecución antiaprista y antifujimorista. Algunos han renunciado de facto a ser directores o editores periodísticos para convertirse en comisarios persecutores y jefes de “agitación y propaganda”.
Lo que hacen es anti propaganda política, no periodismo. En cualquier caso queda claro que si aspiramos a vivir en una sociedad democrática tenemos que remover todo ese viejo lastre que nos impide tener un sistema judicial justo y predecible, que no se deje presionar por el poder político y la media, verdaderamente autónomo e independiente.
Por: Víctor Robles Sosa
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