Eduardo Zapata

El Bósforo tiene dos orillas

El Bósforo tiene dos orillas
Eduardo Zapata
27 de noviembre del 2014

Sobre la marginación a aquellos que generan empleo y riqueza       

Siempre resulta difícil –en general- comparar fenómenos en el tiempo. O más precisamente en espacios/tiempos necesariamente diferentes.

Leyendo un artículo publicado hace poco en The Guardian, sobre paralelos en estadios de desarrollo entre lo que allí se llama “el Occidente” y “el no Occidente” (donde, como país, obviamente estaría el Perú) se dice:”…a diferencia de Europa, que llegó a los estados nación modernos de forma paulatina, el ´no Occidente´ se enfrenta de manera simultánea a la tarea de crear estructuras políticas fuertes y economías viables y, a la vez, satisfacer las demandas de la dignidad e igualdad … en ningún lugar de Europa existían libertades privadas, sufragio universal y sistema parlamentario a la vez durante los años de la industrialización”.

De donde resulta claro que si bien la informalidad devino gradualmente en formalidad en Occidente, ello ocurrió en un contexto legal y social que fue permisivo por un largo período hasta que a la informalidad le convino adherir a una formalidad que el propio mercado –político, social y económico- exigía.

El hecho de que la informalidad en Perú genere hoy prácticamente el 80% del empleo. El hecho de su significativo aporte al PBI. Pero sobre todo el hecho de su enorme presencia social, no puede dejar al Estado y a la sociedad toda tratando de invisibilizar lo visible.

Peor aún. Daría la impresión de que –fundamentalmente por desconocimiento o aun clasismo y hasta racismo- hay en algunos la pretensión de visibilizar la informalidad “a su imagen y semejanza”. Desde una visión supuestamente inclusiva, pero finalmente excluyente y redentorista. Para no hablar de que se trataría de una postura económicamente suicida.

¿Por qué no mirar la legislación aplicada en la India o la China a este tipo de emprendimientos? Allí caeríamos en la cuenta de que competencia y competitividad en el mundo informal no saben de categorías alcanzadas por el “Occidente escribal” del Estado europeo del siglo pasado. Salario mínimo vital, ocho horas de trabajo, vacaciones obligadas pero sujetas al libre albedrío del trabajador, el mismísimo fondo de previsibilidad social…

¡Déjennos trabajar! Será el título de un libro que unos amigos vienen trabajando sobre Gamarra. Esa expresión –ante todo un grito- no es un reclamo por asistencialismo, dádivas, subsidios o “inclusiones” de papel. Es una apuesta por la generación de riqueza y una exigencia para que la legislación recoja LA REALIDAD de los modos de producción y valores del mundo informal. La exigencia de un orden que reencuentre al Estado con gran parte de sus actores sociales y económicos.

A ver si premiamos la competencia y la productividad y –so pretexto de visibilizar a los informales- no marginamos (y aun castigamos) a aquellos que generan empleo y riqueza. No somos Occidente, pues. Menos pretendamos ser el Occidente del siglo pasado.

Por Eduardo Zapata Saldaña

27 - nov - 2014

 

Eduardo Zapata
27 de noviembre del 2014

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