Juan Sheput
El Bicentenario deshonrado
Con cuatro expresidentes en prisión
En menos de 24 horas dos expresidentes de la República han sido condenados en el Perú. La condena de 11 años, 5 meses y 15 días contra Pedro Castillo es un hecho que, siendo de justicia, no nos debe alegrar. Desde la Constitución de 1993, producto del golpe de Alberto Fujimori, todos los presidentes elegidos por mandato popular, sin excepción, han enfrentado prisión preventiva o efectiva por actos dolosos cometidos durante su mandato.
En el caso del expresidente Pedro Castillo, agobiado por investigaciones y delaciones de sus allegados que lo sindicaban como corrupto, tuvo que intentar dar un golpe de Estado, tratando así de evitar las denuncias y sanciones que de todas maneras recaerían sobre él. No tuvo éxito, fundamentalmente por el temple y apego a la ley de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
Pero Pedro Castillo no es el único condenado. Lo son también dos instigadores y cómplices, Betssy Chávez como expresidenta del Consejo de Ministros y Aníbal Torres, personajillo que, a pesar de su edad y experiencia, en lugar de aportar sabiduría y calma se dedicó a polarizar al país.
Horas antes otro expresidente, Martín Vizcarra, era condenado a 14 años de prisión por actos de corrupción cometidos durante su paso por el Gobierno Regional de Moquegua. Como se sabe, Martín Vizcarra afronta otros juicios por sucesos acontecidos durante su paso como ministro de Transportes y presidente de la República. Le aguardarían muchos años más de cárcel.
Que todos los presidentes elegidos bajo el manto de la Constitución de 1993 hayan sufrido o sufran prisión efectiva o preventiva demuestra que el diseño político de la Carta Fundamental debe revisarse. Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Castillo y los miembros de sus planchas Martín Vizcarra y Dina Boluarte enfrentan serios problemas con la justicia. Esa no es una situación normal sino todo lo contrario, ensombrece el panorama ciudadano.
Este es un hecho que va a traer aún más escepticismo en el cercano proceso electoral, como ya lo estamos viendo, teniendo como uno de sus síntomas que ninguno de los aspirantes al sillón de Pizarro supere el dígito en cuanto a las preferencias electorales de la ciudadanía.
Las condenas de Martín Vizcarra y de Pedro Castillo de ninguna manera son motivo de alegría, sino más bien de vergüenza para el país. Como es también una vergüenza que todos los presidentes elegidos desde el año 1993 hasta la fecha hayan hecho el mayor de sus esfuerzos para deshonrar nuestro Bicentenario de la Independencia Nacional. Ingresar a nuestro tercer siglo de vida independiente y republicana en esta situación es deplorable.
















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