Heriberto Bustos
Los extremos que decidirán la elección del 2026
Los electores menores de 30 años de edad y los de 60 años o más
A cinco meses de realizarse las elecciones generales 2026, y haciendo un esfuerzo estadístico y un ejercicio de lectura generacional, podemos encontrar tres grandes sectores: los jóvenes, los adultos y los adultos mayores. Los primeros y los últimos constituyen los extremos de la tenaza social, ambos con necesidades, expectativas, prioridades e intereses distintos, que van a marcar la tendencia y el comportamiento electoral para el 2026.
Los primeros, los jóvenes de 18 a 29 años, ascienden aproximadamente al 25% del electorado. Entre ellos, cerca de 2.5 millones votarán por primera vez. Ganados u obsesionados con la modernidad y, aunque muestran preocupaciones más cercanas a la individualidad, suelen mantenerse alejados de compromisos políticos. Decidirán otorgar su representación no necesariamente de forma pensada. Paradójicamente, son el grupo más optimista sobre la capacidad de su voto para cambiar las cosas, ya que un buen porcentaje cree que su voto importa. Pero también es el más desconectado cívicamente, pues un alto porcentaje decide su voto a último minuto o en la cola. Al ser influenciados de forma significativa por redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube, son fácilmente afectados por la propagación de desinformación, lo que vuelve su voto volátil. Este suele definirse por la emoción, la empatía con el candidato o la influencia familiar o directa en momentos cercanos a las elecciones. Importa señalar que muestran alta predisposición al voto nulo o viciado, al voto de protesta (por opciones antisistema, outsiders o candidatos que prometen un cambio radical) o al voto de burla, lo cual resulta peligroso para el fortalecimiento de la democracia.
El otro extremo de la pinza lo constituyen los adultos mayores de 60 años o más, que representan el 20% de los electores. Sus prioridades están centradas en la salud y las pensiones y, al igual que los adultos, consideran crucial la seguridad y la estabilidad social y política. Este segmento tiene un voto más fiel y menos volátil. Es sensible a los mensajes de orden y bienestar social y utiliza canales de información tradicionales. Tiende a ser el grupo más estable, más propenso a respaldar a candidatos asociados con valores tradicionales, experiencia y autoridad percibida. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que ellos, junto con la familia y el entorno directo, ejercen una alta influencia en el voto de los jóvenes.
Al referirnos solo a estos dos sectores (sin ignorar a los adultos, que engloban la mitad de los electores), lo hacemos porque los extremos de la tenaza se constituyen en actores claves de esta jornada democrática. En ese contexto, el comportamiento en las elecciones de 2026 estará marcado por una gran polarización y una alta volatilidad. Los jóvenes serán el factor más impredecible y potencialmente disruptivo, pues buscan una ruptura, un outsider que luche contra la corrupción y son volátiles. Los adultos mayores apuestan por estabilidad, salud y un regreso a los valores tradicionales, diferenciándose del sector medio de la pinza, que busca orden, empleo y experiencia.
La tarea política de los candidatos estará ligada a lograr un equilibrio de mensajes: conectar emocionalmente con la frustración y el deseo de cambio de los jóvenes por redes, y al mismo tiempo proyectar una imagen de experiencia, orden y lucha contra la inseguridad y la corrupción para el sector adulto y mayor. En esa direccionalidad interesa encontrar un punto de convergencia que aborde, en términos de propuesta, necesidades de seguridad y estabilidad planteadas de forma diferenciada. Seguridad ciudadana para los adultos mayores, enfocada en el control policial, el castigo y la protección del hogar. Seguridad y orden para los jóvenes, traducidos en orden en el sistema mediante la lucha contra la corrupción y la impunidad, lo cual permite la estabilidad económica para generar empleo.
Las decisiones electorales serán definidas por los extremos de la tenaza y requerirán de la capacidad de los candidatos, puesta en tela de juicio, para atraer el voto joven y consolidar el voto estable de los adultos y adultos mayores. En otras palabras, el éxito electoral en 2026 dependerá de la cirugía fina de los mensajes para balancear la promesa de ruptura de los jóvenes con la necesidad de orden y experiencia de los adultos y adultos mayores.
















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