Eduardo Zapata

Educación y planes de gobierno

Educación y planes de gobierno
Eduardo Zapata
11 de febrero del 2016

Los candidatos presidenciales y las propuestas educativas

La educación peruana ha seguido la tradición occidental que –desde Platón- separa el mundo de las ideas del mundo de las cosas. Sobre esta base, el cristianismo introduce la separación entre cuerpo y alma.

Lo dicho anteriormente ha dado lugar a una distorsión en el proceso educativo peruano. Dado que se privilegiaba el mundo de las ideas frente a aquel de las cosas y considerando –falazmente- que el mundo de las ideas y la abstracción se reduce al cultivo de palabras y números, nuestras estructuras curriculares vertebran y privilegian durante doce años los cursos de lenguaje y matemáticas. Relegando a todos los cursos que tengan que ver con experiencias sensoriales y la realidad a un segundo plano relegando pensamiento sensorial, inteligencias múltiples y diversidad.

Creyendo mantener los mismos principios de la tradición, gradualmente estos cursos devinieron en los llamados razonamiento verbal y matemático que se convirtieron en el eje de la estructura curricular. Inicialmente fueron cultivados en los últimos años de secundaria –porque la universidad los exigía para el acceso a ella- pero constatamos hoy que estos llamados razonamientos son privilegiados desde la educación primaria. Con el agravante de que al convertirse en amaestramientos para obtener la respuesta correcta han dejado de ser herramientas para el razonamiento y la abstracción.

Constituye una tragedia –desde el punto de vista individual y de país- que luego de privilegiar casi con exclusividad y dedicar doce años a aprender a leer y escribir y a sumar y restar, nuestros alumnos no sepan ni lo uno ni lo otro. Es claro que desde el punto de vista económico estamos gastando y no invirtiendo. Y es claro también que nuestro sistema educativo –con este privilegiamiento estéril- genera no solo alumnos no competitivos y no preparados para el mundo, sino lógicamente frustración, desilusión y hasta violencia.

Vivimos un mundo interconectado, globalizado y constantemente cambiante. Donde las interacciones personales, las propias instituciones y los quehaceres profesionales y técnicos del ayer se ven sometidos al cambio. En ese contexto, no se trata de democratizar una educación frustrante y generadora de desilusiones, sino que resulta imperioso DOTAR A NUESTROS ESTUDIANTES DE LAS ARMAS NECESARIAS PARA HACER FRENTE AL MUNDO ACTUAL QUE LOS RODEA, HACER FRENTE A SITUACIONES CAMBIANTES Y TENER LA CAPACIDAD DE REINVENTARSE PERMANENTEMENTE. La cultura electronal en la que vivimos –basada en el imperio de las computadoras- nos enfrenta a la biotecnología, nanotecnología, robótica e inteligencia artificial. Es imperioso que nuestro sistema educativo dote a nuestros estudiantes de las herramientas concretas y operativas para comprender ese mundo y hacerlo suyo.

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
11 de febrero del 2016

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