Carlos Adrianzén

¿Dónde estaríamos hoy?

Si el golpe de Estado de Pedro Castillo hubiera tenido éxito

¿Dónde estaríamos hoy?
Carlos Adrianzén
11 de diciembre del 2024


La mayor parte de las encuestas lo repiten. La actual presidente resulta bastante impopular. Y notemos que lo es particularmente entre ciertos burócratas y mercaderes necesitados. Aunque no soy creyente confiado de estas mediciones, resulta evidente que las poses de doña Dina, el abandono del orden público, el mantenimiento de botines burocráticos como Petroperú, o el bypass de la captura policial de sus parientes y amigos, explican claramente por qué no es popular. Sin embargo, notémoslo: el trasfondo de su impopularidad es complejo. A la ex presidente del Club Departamental Huancavelica –y al país– le sobran peligrosos y poderosos enemigos. 

Hace dos años, luego de un proceso electoral turbio, ellos llegaron al poder. Por un lado, Castillo rodeado de oscuros filosenderistas; y por otro, una representación congresal variopinta y con mayorías penosas (por su calidad e integridad). Con ello se activó la maquinaria que apuntaba a transitar hacia una constitución chavista. Un engendro socialista-mercantilista extremo, que institucionalizaría la pobreza y la corrupción burocrática al estilo cubano. Manadas de burócratas, mercaderes y dizque periodistas, abrazados con el Foro de Sao Paulo, estaban listos para el asalto. Muy poca gente toca hoy el tema, pero entre el 2021 y el 2022 decenas de miles de millones de dólares ya escapaban de un país que avanzaba hacia el infierno económico.

 

Diez por Ciento (de reducción del crecimiento)

Con los filosenderistas y los caviares disputando el poder y haciendo gala de ignorancia económica, el crecimiento peruano entró en una fase de caída libre, entre el tercer trimestre del 2021 y el último del 2022. Sin embargo, en medio de (1) la resistencia de la población, (2) la de valiosos burócratas y (3) la de un medio de comunicación (Willax), se da el develamiento del golpe de Estado castillista. Este evento dejó vestidos y alborotados a una gavilla de traidores locales y llevó solamente a Castillo a la cárcel. Esto mientras su enriquecida parentela emigraba al ruidoso México de Andrés López Obrador.

Recordémoslo. Los eventos se dieron rápida e inesperadamente. Por aquellos accidentados días, el legislativo se comportó como se esperaba: optaron por mantener sus ingresos y poderes. Y así, la señora Boluarte juramentó como la nueva presidente. Entonces, el Perú ya lucía estancado, asustado y advertido. Nos habíamos librado milimétricamente de caer bajo un régimen de ladrones e incapaces con ideas económicas deplorables. El episodio nos dejó la impronta sobre cómo -con la vergonzosa colaboración de muchos- el chavismo estuvo a punto de conquistar el Perú. Pero no nos confundamos. La brega continúa. Solamente cayó el golpista. 

Desde el primer día hasta la fecha, Boluarte recibió una tremenda resistencia. De hecho, aun hoy resulta sugestivo ponderar por qué razones no se aclara el posible financiamiento estatal de los asomos de violencia ideológica en los primeros días de su gestión. Nadie investiga el tema. Ni los medios de comunicación, ni la Fiscalía, ni el Congreso de la República. 

 

Buscando flotar

Desde entonces podemos decir que la economía nacional viene manteniéndose, con alguna gracia. El directorio del Banco Central de Reserva logró controlar la inflación, incluso mientras el Congreso y la señora presidente no dejaban de cometer errores. Y, como en los tiempos de Viscarra o Sagasti, todos los días se profundiza la politización de la justicia y la inseguridad ciudadana. 

Para el segundo año, el exitoso cierre del Foro APEC en Lima y la inauguración del megapuerto de Cosco Shipping, cerca al Castillo de Chancay, insinúan un cierto aire de optimismo económico. Sin embargo, con el déficit fiscal explosionando por sobregasto y dados los sucesivos dislates de política económica, alimentados desde el Congreso Nacional, emerge la interrogante. ¿Acaso se reactiva la economía peruana?

La respuesta aquí resulta evidente. Todavía No. Tal fue el daño de los últimos diez años de gestión con la izquierda en el poder –y la prostitución burocrática que los caracterizó– todavía se respira estancamiento inversor en el país. Y con ello la llegada de tiempos con mucha mayor incidencia de pobreza.

Solo recién en el tercer trimestre de este año, la inversión pública ha dado una muestra incipiente de recuperación. Pero, tan inicial resulta el recobro, que, a septiembre pasado, el crecimiento de la inversión bruta –que idealmente debería superar el 35% anual– solo da para un 0.5%. Hay señales pues de cierta tímida reacción. Todo esto mientras Dina y las coaliciones congresales que la controlan creen que pueden gastar indeterminadamente. Sí, como en los setentas y ochentas. Todo parece sugerir que la presidente no está obsesionada por crecer a un ritmo alto o reducir significativamente la pobreza post Sagasti, que resulta lo mismo, sino por llegar a la próxima elección.

 

La tarea pendiente

El liderazgo de una Boluarte desconcertada no ayuda en este reto. Aunque ya se registran crecimientos anuales y quinquenales ligeramente positivos (con una tendencia de mejora para fines de año), la inflación persiste dentro de su meta y las cuentas externas lucen equilibradas, no hay mayor destrabe de las inversiones privadas. Así las cosas, simplemente se crece muy poco y se invierte menos (ver Figura adjunta).

Hoy Boluarte parece actuar ignorando dónde está parada, que depende de quienes la rodean. Y quienes la rodean, o son sus socios (por conveniencia), o son sus enemigos (los colaboradores del chavismo local). Toda declaración suya torpe, todo reloj u operación quirúrgica inexplicada será aprovechada por ellos. Aprovecharán todo lo que puedan para debilitarla. Y nótese, detentan poder, Y harán todo lo posible por usarla como piñata, los unos; o, los otros, detenerla o vacarla desde sus puestos burocráticos, sus medios de comunicación, sus embajadas y oenegés.

 

La lotería invisible

Parece que los peruanos no vemos la foto. Al deshacernos de Castillo (y sus-esbirros-hoy-críticos) hace dos años nos hemos sacado una suerte de lotería. Pero no completamente… La sucesora es políticamente precaria.

Aunque sus examigos desarrollen urticaria visualizando la línea recesiva de la figura B -una sencilla proyección lineal basada en cómo se desenvolvía la economía peruana en los tiempos del filo-senderismo- esta nos descubre cuánto habríamos caído de no haber defenestrado constitucionalmente a Castillo (ver figura C).

Con el chotano verosímilmente atravesaríamos una severa y longeva recesión. Si olvidamos donde pudimos estar hoy, terminaremos siendo otra penosa Venezuela o Cuba. Nótese, la aludida proyección solo sugiere ritmos recesivos similares a los registrados con Chávez y Maduro cuando toman el control. Recordemos que el Perú viene sufriendo deterioros de gobernanza estatal luego de una década de gobiernos de centro izquierda o extrema-izquierda. El impacto de una constitución como la planteada por Perú Libre hubiera sido posiblemente mayor.

 

Epílogo 

Por todo esto, el gráfico va para ustedes, ciudadanos furibundos porque doña Dina se habría arreglado la nariz o felices porque la fiscal -que apresó al golpista- estaría hoy enjuiciada. Esta figura -insisto- les recuerda dónde estaríamos si se hubiese tolerado a Castillo, con los mismos congresistas que hoy la desearían vacar. 

Miren… la señora no es una bendición, pero a fines del 2022 estábamos inmersos en una maldición. Hoy no crecemos mucho, pero no caemos mucho. No lo olviden.

Carlos Adrianzén
11 de diciembre del 2024

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