Carlos Adrianzén

Despacito…

Vizcarra y la izquierda quieren quebrar el orden constitucional

Despacito…
Carlos Adrianzén
10 de junio del 2019

 

Aunque a muchos no les guste escucharlo, lo repetiré una vez más. La fuerza que hunde al país no implica solamente a su clase política, esos aventureros que elegimos y ocupan la presidencia, el congreso, la judicatura, la fiscalía y otros jugosos puestos del servicio público); también describe a sus ciudadanos. Particularmente, a la recurrente forma cómo el grueso de nosotros ejercemos ciudadanía. Cómo —gracias a nuestra pésima educación pública— la mayoría cree que somos ricos, siendo muy pobres. Cómo estamos esperando que la clase política nos proporcione de todo, dado que supuestamente somos ricos. Y por encima de lo anterior, cómo y con qué facilidad sacrificamos nuestra libertad por comodidades que nunca llegarán.

Así, votamos consistentemente por quienes nos ofrece millones de empleos, futuros diferentes, equidad sin esfuerzo, lucha superficial y guiada contra la corrupción, y sin aseguramos que los burócratas tengan límites. Un botín fiscal acotado y que no coarten nuestro propios afanes o  esfuerzos. Otra vez la lección básica del sacrificio de Bolognesi resulta olímpicamente ignorada. En el Perú nunca llegan los refuerzos de la burocracia (que siempre desfalca nuestros exiguos aportes); tampoco llega la infraestructura básica, la educación o salud pública de calidad. Me temo que tampoco llegará la seguridad ciudadana, a menos que, como Bolognesi, hagamos nuestro esfuerzo.

Sí, estimado lector. El día que nos levantemos no será por mérito de algún aventurero iluminado. Será porque, como ciudadanos, limitamos severamente lo que los burócratas pueden hacer. En materia de clavarnos más impuestos, del uso de los presupuestos, del robo a la propiedad privada, de endeudarnos y particularmente, de la intervención burocrática —mal llamada regulación— a nuestra libertad, para crecer económicamente.

Pero notémoslo: el límite lo pone el marco constitucional y las leyes que de este se derivan. Cuando los ciudadanos no entendemos esto y solo aspiramos regalitos porque —como nos ha hecho creer la izquierda sangrona de nuestro país— seríamos ricos, y que los empresarios y burócratas malvados nos estarían robando; entonces elegiremos a consistentemente a otros aventureros de pose contestataria. No importa si —como Veronikita— escriben en las agendas de la corrupción humalista, si —como Marisita— supervisan los latrocinios de la señora Villarán o si —como Antaurito— acaban policías en una plaza pública.

Muy pocos ciudadanos peruanos somos conscientes de lo que está en juego cuando nos referimos a la Constitución Política del País y a respetarla. Esto es mucho más importante que optar entre Zumba, Chibolín o Guzmán. Implica limitar y alinear, en función a nuestros intereses, a una burocracia no pocas veces inepta y ladrona. ¿Pero cómo es esto así? ¿No era acaso la Constitución Política del Perú un librito que nadie respeta y todos quieren cambiar de acuerdo a sus intereses? ¿No era la última una Carta Magna Proveniente de un régimen discutible?

Pues le responderé que todas las constituciones peruanas recientes tienen algún origen espurio. Perdón, acunado por una dictadura. Así están la Constitución Política sanchecerrista de 1933, la velasquista de 1979 y la fujimorista de 1993. Dados sus similares y accidentados orígenes ponderémoslas por sus efectos económicos. De hecho, a lo largo de nuestra historia, las hemos tenido malas, mediocres y aceptables. La bondad de las ideas económicas las diferencia. Eso es lo que desgraciará su vida, la de su familia, de su pueblo y de su país.

Para muestra cinco botones gráficos. Estos botones, que contrastan el valor promedio anual de cada variable durante la vigencia de la aludida Carta Magna, le muestran nítidamente (más allá de su corazoncito caviarón  o fuji) cuales son las ideas —léase las constituciones políticas— que le convienen. Por ejemplo, si a usted le revienta que le roben sus ahorros, su patrimonio y su jubilación vía el desfalco inflacionario, enfoque bien este primer y sencillo gráfico. Eso sí, espero que anticipe que a mayor tasa de inflación más le roban a sus ahorros, su patrimonio y su jubilación.

Gráfico 1

Deficit PBi peruwww.brcrp.gob.pe www.worldbank.org Elaboración propia.

 

Si a usted le gustaría tener un empleo y que sus amigos y familiares tengan una vida digna gracias a él, note lo que le contrasta el siguiente botón:

Gráfico 2

PBI per capita 2010www.brcrp.gob.pe www.worldbank.org Elaboración propia.

 

Si entiende además que para que exista una económica dinámica con ingresos y empleos estables es necesario que florezca el comercio exterior y la inversión privada. Entonces, por favor pondere estos dos botones: 

Gráficos 3 y 4

Inversion Bruta Fija

Comercio Exterior 2010ww.brcrp.gob.pe www.worldbank.org Elaboración propia.

 

Meridianamente, podría esbozarle decenas de otros gráficos que contrastan un hecho clave de la historia económica del Perú reciente: la Constitución no es un librito a ser cambiado por cada aventurero. Hemos tenido pésimos marcos constitucionales. Entre 1968 y 1990, con el hediondo velascato y su espuria Constitución Política de 1979, repleta de ideas mercantilistas (i.e.: robarle al pueblo para beneficiar  un mercader amigo) y socialistas (i.e.: robarle aquel que trabaja, ahorra o tiene algún éxito y querer dirigir su vida) fue una desgracia. Con ella, la madre de este engendro —la izquierda limeña— nos convirtió en la plaza de estándares africanos de Sudamérica; con pobreza generalizada, robo de jubilaciones, desatención social masiva, hiperinflación, recesión etc.

Solo para puntualizar las cosas, agrego un último botón gráfico. Que como todo botón, es accesorio. Sí: los Términos de Intercambio no explican por qué la Constitución de 1993 fue la que tuvo mejor performance (gracias a que fue solo la menos mala).

Gráfico 5

Terminos de intercambio 2010www.brcrp.gob.pe www.worldbank.org Elaboración propia.

 

Bueno, las Constituciones Políticas importan mucho. Cambios constitucionales con las mismas destructivas ideas del velascato, como los que plantean Vizcarra, el curita Arana, la Verónika Mendoza o el candidato Antauro Humala (¿lo estará financiando su hermanito hoy casi preso por diversos acusaciones de Corrupción?) pueden ser muy populares. Dicen que patear el tablero siempre es una opción tan histérica como catártica.

Pero ¿qué de usted estimado lector? ¿Está usted esperando que algún Spiderman acholado se enfrente a la jauría judicial y mediática de estos oscuros tiempos? O ¿ejercerá ciudadanía defendiendo un marco constitucional con los mejores índices de mejora económica y social de nuestra historia? No resulta casual que Vizcarra y la izquierda necesiten —despacito, pasito a pasito— quebrar el orden constitucional y planteen, a través de reformas políticas (obtenidas avasallando a un penoso legislativo), un nuevo marco constitucional opresor, corrupto, socialista y mercantilista al extremo. Esa es su visión política. Téngalo muy claro: no quieren límites.

 

Carlos Adrianzén
10 de junio del 2019

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