Eduardo Zapata
De “de bandera” a “saludos a la bandera”
Un descastado y socialmente pernicioso tránsito
Si leemos entornos sígnicos, será fácil comprobar que de un tiempo a esta parte parece haber un reclamo de resignificación de la bandera peruana. Actualizar los valores sagrados de identidad y pertenencia en el mundo de lo profano y cotidiano.
Y un denominador común en los usos actuales de la bandera es exigirle a esta ser una expresión de competencia y triunfo. Lo acabamos de ver en el estadio de Roland Garros. Donde –aun contradiciendo los cánones del tenis para la conducta de la gente en las tribunas– una pequeña pero bulliciosa barra peruana ondeaba banderas alentando a Juan Pablo Varillas. No siendo precisamente el tenis un deporte muy popular, muchos peruanos también alentaban desde los televisores a quien competía y buscaba el triunfo.
Ha ocurrido con Kimberly García y con Gladys Tejeda en el lamentablemente postergado atletismo. Con los hermanos Cori en el muchas veces ajeno ajedrez. También ocurrió con los representantes peruanos en el optimist y sunfish. En la tabla hawaiana y en cualquier deporte. El posible éxito deportivo parece prescindir de prejuicios sociales y de supuestos orígenes ´étnicos´. De las efervescencias futboleras todos somos testigos.
En cualquier caso la gente parece no contentarse con el ondear sacralizado pero a menudo distante de la bandera. Quiere que esa bandera sepa de triunfos cercanos y cotidianos. La mayoría parece desear que esa bandera los envuelva a todos. De hecho tanto los deportistas que compiten y la gente que festeja esa competencia y eventual triunfo no solo ondean banderas sino las besan y hasta físicamente se envuelven con ellas. Se trata de un fenómeno creciente y expresión de una urgencia.
Sin embargo y a nivel del lenguaje, se vive un descastado y socialmente pernicioso tránsito. Hemos pasado de la encomiástica connotación positiva de expresiones como ´Lleno de bandera´ a ´Es un saludo a la bandera´; denotación y connotación negativas de lo fútil y hasta falso.
Y en la vía del paradigma de la falsedad ocurre que ´Soy su hermano pero no sé nada´, ´Yo no sabía nada´, ´Enséñeme las pruebas´ hasta llegar a los ´Así es la nuez´ y ´Es lo que hay´. ¿Se condicen estos decires con los deseos de competir y triunfar que parecen signar expresiones como las mencionadas al inicio de esta nota?
La mentira pública nunca es saludable para el tejido social. La pertinacia en la mentira constituye un cinismo cuya aceptación enajena precisamente el reclamo de competencia y logro social.
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