Eduardo Zapata

Considerando en frío…

Sobre las afirmaciones de Julio Velarde

Considerando en frío…
Eduardo Zapata
22 de noviembre del 2018

 

La programación marketera del show mediático Lava Jato podría haber ocultado una opinión seria y profesional respecto al proceso político, social y económico en el que estamos inmersos. Pero Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva, no es un par inter paris. No es un “combatiente” más en el que los medios logran posicionar a los actores políticos, bien sea en el bando de los “buenos”, bien sea en el bando de los “malos”. Más que obvio que tampoco es un hacedor del símil de esto es guerra al que asistimos todos los días.

Con su aplomada seriedad —reconocida por tirios y troyanos— expresó una dura sentencia: “Martín Vizcarra no estaba preparado para ser presidente”. Si bien es cierto que sus palabras estaban en el contexto de que “le tocó” ser presidente ante la renuncia de PPK, la expresión connotaba competencias y capacidades de nuestro actual mandatario.

Curioso, eso sí, que haya una relación directa entre dichas ausencias y su poderosa popularidad circunstancial. Tal vez Velarde no estaba pensando en que Vizcarra —con todas sus limitaciones y “falta de un plan”, como lo subrayó el presidente del BCR— era actor protagónico de un libreto, de una producción y de una puesta en escena ideadas por terceros. No advirtió, entonces, que sí tenía competencias y habilidades actorales para un público, por cierto, predispuesto a aplaudirlo según el libreto. Y en más, público poco exigente y analítico. Lleno hoy de pasiones.

Gobernados así por la inercia, la codicia, la soberbia transitoria y la intriga o hasta la traición, los ciudadanos peruanos están a días de asistir a un referéndum. Planteado por el Presidente y los medios de comunicación como las “grandes” reformas políticas e institucionales necesarias para la gobernanza, pero a las que el común de los mortales les confiere una simple oportunidad más para votar contra el fujiaprismo: ellos se opusieron, palo con ellos.

In pectore la gente sabe que esta es una jugada más para posicionar al Presidente, pues las reformas anunciadas, en verdad, no han de servir de nada; menos a un Gobierno al que le queda poco y cuya incapacidad de gestión se manifiesta en no poder gastar siquiera la mitad del presupuesto de la República.

Pero como en Las brujas de Salem —la célebre obra de teatro de Arthur Miller— hay que condenar a alguien para salvar la “democracia, gobernabilidad e institucionalidad”. Justo las tres palabras/realidades que la gente siente fantasmales, pues ni la democracia le es afecta, la gobernabilidad hace tiempo se perdió y la institucionalidad es un delivery.

Hubiese sido interesante —si de verdad se tratase de salvar la República y no solo preservar un Estado-botín— que se planteasen y emprendiesen las reformas integrales en las que el pueblo sí encontraría sentido.

 

Eduardo Zapata
22 de noviembre del 2018

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