Comunicación, no solo conectividad

Si usted es una persona amante de la verdadera conversación –y que goza, por añadidura de paciencia– no puede haber dejado de perturbarse cuando conversaba con uno o varios amigos y, más que de pronto, alguno (o algunos de ellos) se evanescía de la conversa y sistemáticamente miraba su celular mientras hablaba. Llegando hasta a contestar casi subrepticiamente.

Obvio que esta perturbación no es válida para los nativos digitales; al menos, por el momento. Ellos nacieron ya con el celular como una extensión de su mano y cerebro. Pero aun los no nativos adquirieron el vicio y un intercambio verbal creativo y vibrante sobre Walt Whitman, por ejemplo, perdía toda profundidad y poeticidad por el poco educado privilegiamiento de la eventual new sobre el hilo de la conversación.

Confieso que me ha ocurrido con gente no nativa digital, pero más o menos joven, que se suponía ´de cultura´. Whitman terminaba compitiendo y siendo una suerte de pie de página cultoso en la competencia con la noticia de un suceso en el fondo poco trascendente para el tema central, para la vida y para la cortesía misma. Atentatoria, entonces, contra el propio poeta al que se decía respetar.

Debo admitir que en algunas oportunidades, y al abordar conversaciones serias, me he visto obligado que apaguen sus celulares antes de abordarlas. Ciertamente una licencia que da la edad, que no suele ser usual y resulta hasta fastidiosa para algunos.

En gran parte esto obedece a que muchas veces conversaciones sobre literatura, por ejemplo, transitan más por el recuento de la historia narrada que por el manejo y el arte de las palabras, que precisamente hacen de un texto una obra literaria. O cuando hablando de otros temas, se anteponen los prejuicios y pretendidas ostentaciones culturales sobre el fondo de lo tratado.

Creo que la pandemia nos ha hecho revalorar la conversación, y espero que esto se fije como hábito. Cuando uno conversa virtualmente no suele ser frecuente que el interlocutor ande mirando su celular mientras conversa, y ello constituye una garantía de empatía. Con el tema y entre las personas.

Creo que habíamos sobrevalorado la conectividad y la habíamos confundido con la comunicación. Creo también que en el mundo post pandemia que deberemos construir, ciencia, tecnología y silencios oportunos abrirán espacios para que lo humano vuelva a ser motivo de interacciones interpersonales y sociales.

No está de más señalar que en estos tiempos de confinamiento, conversar a través de la electronalidad se ha constituido en un alimento espiritual indispensable para la salud mental, individual y colectiva.