Comisión de 2.5% y educación de calidad

Recuerdo que hace muchos años –y en referencia al valor del terreno de una universidad– le dije en broma a la señora rectora que debía hacer un mall en aquellos terrenos de la universidad y más bien dejar los “locales” dedicados a lo académico en construcciones subterráneas. ¡Una universidad con un mall encima y clientes cautivos! Un nuevo concepto donde primaría lo económico sobre lo académico; en verdad, el real anhelo de la doña.

Obviamente que se trataba de una broma la mía. Pero a la larga se cumplió casi, casi, la predicción: amplísimos locales ornamentan hoy dicha universidad y al costado se construyó el centro comercial en ese momento más completo de Lima. En lo que yo –ingenuotamente– no había reparado es que el metraje del terreno de la universidad multiplicaba exponencialmente su valor como lugar para construir. Más aún si se facilitaba el acceso a más alumnos. Y entonces la universidad aludida se llenó de estudiantes y también de locales. Se adquirieron terrenos adyacentes para construir más y más. Y ahora tenemos un campus mitad terrenal y mitad aéreo.

Con el escándalo Odebrecht y las famosas comisiones, viene a mi mente algo que no tomé en serio en aquellos tiempos: la comisión por construcción. Curiosamente era la misma compañía la que construía todo. Un alto funcionario de importantes constructoras de ese tiempo me habló de 2.5% de comisión por metro cuadrado. Bueno, por esa cifra bien valía haber comprado y construido hasta el sótano del hipódromo como una extensión de la universidad.

¡Ah…las lecciones que revela el caso Odebrecht! Por lo pronto malos pensamientos. Tal vez una de las más importantes de estas lecciones sea reiterar que la calidad educativa no depende solo de construcciones “hechas para vender imagen”. Construir sí (sin comisiones), pero con anterioridad tener una real y meritocrática selección de alumnos y profesores. Ellos son los que hacen que la universidad sea tal.