Neptalí Carpio

Catarsis y autoengaño en el referéndum

Un momento de diálogo con la ciudadanía

Catarsis y autoengaño en el referéndum
Neptalí Carpio
07 de diciembre del 2018

 

Atrapados en su burbuja formal, y con un racionalismo divorciado de la indignación ciudadana, determinados sectores de la sociedad, de la clase política e intelectual, han quedado totalmente descolocados en vísperas del referéndum del 9 de diciembre. Estos sectores se atreven a decir que los ciudadanos no saben para qué sirve la mencionada consulta popular, pero no hacen nada para crear una corriente de opinión que tenga incidencia sobre el resultado final.

Hay otros, ávidos de impunidad, que se han atrevido a realizar campaña por el “no” en las cuatro opciones, con razonamientos hepáticos y claramente erráticos. El suyo es un desesperado afán de evitar que el próximo domingo la ciudadanía respalde las reformas constitucionales y, de paso, castigue masivamente a la conducción actual del Congreso, a los malos jueces y a los políticos comprometidos con casos de corrupción.

Apelando a un burdo maniqueísmo tildan al presidente Martín Vizcarra de ser un proyecto similar al de Nicolás Maduro. Otros dicen que hay que votar por el “no” para evitar que se imponga la “ideología de género”; y otros, ya casi al borde del delirio, señalan que hay que votar negativamente en el referéndum para cerrarle el paso al comunismo, como si en el Perú, tuviéramos un masivo respaldo a un proyecto marxista-leninista. Pero, curiosamente, la expresión más radical de la izquierda en el Congreso, el Frente Amplio de Marco Arana, ha llamado también a votar por el “no” en las cuatro opciones, coincidiendo con quienes señalan que en el Perú hay un peligro del comunismo. ¿Quién comprende este entrevero?

La reciente realización del CADE en Paracas, ha puesto en evidencia la pobreza de este relato fantasmagórico. Un sector de la dirigencia empresarial, liderados por el Ing. Roque Benavides, presidente de la Confiep, intentó hacer del cónclave empresarial una plataforma para legitimar este discurso, señalando que en el Perú se está realizando una persecución judicial contra los empresarios. No contaron con las opiniones de los propios diplomáticos de EE.UU. y la Unión Europea, quienes enfáticamente señalaron que en el Perú existe una democracia que respeta el equilibrio de poderes. Y al final, el evento terminó siendo un espaldarazo al presidente Martín Vizcarra. Es decir, fueron por lana y salieron trasquilados.

Es en este marco que el referéndum del 9 de diciembre se va a constituir en un punto de desembocadura de la prolongada coyuntura que se inició con la difusión de los audios, a mediados del presente año, en los que se mostraba la alta corrupción en las altas esferas del Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura y la Fiscalía. Es un momento de alta tensión para el Congreso, la mayoría de partidos políticos y diferentes sectores de opinión, que en lugar de amenguar la indignación ciudadana, han terminado por multiplicarla.

Resulta patético que, a pocos días de la consulta popular, el manto de impunidad por la acción del Congreso y un sector político crezca. Así puede apreciarse en el rechazo al intento de asilo de Alan García, en el negligente tratamiento del caso por presunto delito de abuso sexual del congresista Mamani (a una aeromoza de Latam), el bloqueo para levantar la inmunidad del sentenciado congresista Edwin Donayre, las denuncias por presunta festinación de trámites contra el presidente del Congreso (Daniel Salaverry), la reciente aprobación de una ley que permitiría disminuir sustancialmente las penas a los líderes y otros políticos que son investigados por presunto lavado de activos (al haber recibido financiamiento ilegal) o el desesperado intento de aprobar una norma que anule las multas de los ciudadanos que no concurran a los centros de votación, tratando de neutralizar la masiva asistencia de la población al referéndum.

El comportamiento de los sectores que se oponen al referéndum tienen un denominador común: creen que los ciudadanos son tontos, ignorantes o sujetos inertes de una manipulación del Poder Ejecutivo, el que tiene la iniciativa en la convocatoria de la consulta popular. En un sistema político que institucionalmente no tiene válvulas de escape para el desfogue de la presión ciudadana, y en el que el Congreso se ha convertido en un recinto de la impunidad, será inevitable entonces que el referéndum del 9 de diciembre se convierta en una catarsis de un gran sector de la ciudadanía frente a la corrupción y los actores que quieren perpetuarla, o alcanzar la impunidad.

La catarsis según la teoría psicoanalítica es una liberación emocional que se produce a manera de “purgación” de los conflictos inconscientes. En una sociedad en la que, de manera traumática, se han venido sucediendo sistemáticamente múltiples hechos que configuran el espectáculo de la corrupción, el referéndum será un espacio donde inevitablemente millones de ciudadanos desfogaran su cólera, su indignación y su asombro. Es un momento en el que confluirán la voluntad del presidente de la República y las multitudes, configurando un momento plebiscitario.

Cierto es que esa catarsis y ese momento plebiscitario pueden ser utilizados regresivamente por una tentación autoritaria, o positivamente para darle alta legitimidad a un momento de diálogo y reimpulso de reformas, en el marco de la democracia y del fortalecimiento de nuestra economía. Pero lo que no se puede ocultar y escamotear, como pretende un sector adocenado de la sociedad y de la política, es que el referéndum exprese un momento de desfogue social.

En consecuencia, de lo que se trata es de no adoptar la política del avestruz o inventar enemigos que no existen, a manera de un autoengaño consolatorio. Una de las maneras más sutiles de auto engañarse es mentirle a los demás para mentirse a sí mismo. Se trata de aquellas situaciones en las que las personas transmiten historias, situaciones y percepciones que están distorsionadas. En un principio sí se es consciente de esta pequeña distorsión de la realidad, pero poco a poco las personas terminan siendo absorbida por su relato y el personaje. Es un fenómeno muy común ahora en las redes sociales, ad portas del evento del 9 de diciembre.

 

Neptalí Carpio
07 de diciembre del 2018

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