Carlos Adrianzén

Asesinando desde la burocracia

Las cifras de pobreza solo reflejan el avance de la izquierda en el Perú

Asesinando desde la burocracia
Carlos Adrianzén
15 de mayo del 2024


Se dice por ahí que pocos leen lo que no quieren leer. Y pienso que quienes sostienen esto están equivocados… parcialmente. Muchas veces recibimos o leemos novedades que no hubiéramos querido haber leído. Pero otras muchas veces, si las rechazamos ideológica o hepáticamente, y –sobre todo– si podemos no leerlas, mucha gente no leerá lo que no quiere leer.

Dicho esto, el título de estas líneas merece un acercamiento especial. Desde hace un buen tiempo, la propaganda política neo marxista ha calado en la mayor parte de la población. Ha logrado –ignorando los asesinatos de millones de ciudadanos en todo el planeta y en el Perú– que periodistas, historiadores, filósofos y toda la acomodaticia parafernalia de los activistas políticos locales, enfoquen el vocablo asesinato burocrático exclusivamente señalando el accionar algunos de miembros de las fuerzas armadas y policiales. Pues, voluntaria e involuntariamente se pierden la mayor parte de la foto. Miran la esquinita que les acomoda.

Cotidianamente y a pesar de la estrechez de recursos de un país pobre, millones de compatriotas en el Perú fallecen y/o adolecen de un deterioro que, el debido accionar de un burócrata no militar o policial –digamos especialmente, de un presidente, ministro o congresista– va a propiciar. Tanto su innecesario o negligente fallecimiento cuanto el acortamiento de sus vidas. Y la burocracia lo hace impunemente. 

Aquí nadie audita, con la dureza requerida, si su presidente preferido cometió algunos errores buscando popularidad o legitimidad –como le dicen ahora–. Ni que, como consecuencia de estos disparates, fallecieron innecesariamente cientos, miles de compatriotas; e incluso, muchos más en plazos mayores. Y lo hacen, sueltos de huesos, por ideología, impericia o corrupción. Toman decisiones que año tras año asesinan millones, muy probablemente. Solo que, estimar y publicar estadísticas de este nos expondría al tedioso trabajo de exigir decencia y capacidad en la burocracia.

Vale la pena destacar que, en la primera de las causales aquí aludidas (las ideas políticas) destaca la ideología marxista y sus variantes, cuyo punto de partida es la alienación del ciudadano. Recuerde que, para ellos –usted y quien escribe, somos un par de trabajadores alienados en el mercado– hemos perdido nuestra humanidad. Para Marx, recuérdelo, seremos libres realmente si somos conscientes de nuestras necesidades. Necesidades que, en un régimen comunista, podrían requerir trabajar en esclavitud o comer tierra. Sí. Como en Corea del Norte, Cuba u otrora, en el opresor incanato.

Toda esta antesala nos refiere a la noticia de la semana. Otra vez otra gala de torpeza del gobierno de la presidente Boluarte. Habría tenido el supino error de intentar impedir la publicación de las últimas cifras oficiales sobre la pobreza peruana poshumalista. Afortunadamente, este arrebato podría o no ser cierto, dada la masiva infiltración de las izquierdas de la competencia en el aparato burocrático local. En todo caso, un día antes de su publicación y su supuesto veto, todos habían recibido una nota de prensa risible. En el cuarto año del enervamiento de la pobreza nacional (luego de los tremendamente nocivos efectos de las gestiones sucesivas de Humala, Kuczynski, Viscarra, Sagasti y Castillo), el aletargado INEI saca una nota lapidaria. 

No existe un solo congresista y/o sicario técnico-ideológico de la pituquísima izquierda limeña y/o del chabacano filo-senderismo dizque provinciano, que no se haya quedado calladito cuando –con Humala, Kuczynski, Viscarra, Sagasti y Castillo– la pobreza ya se había desbordado (ver Figura Uno).

La perspectiva

No perdamos la perspectiva. Con el socialismo Velasquista y su espuria constitución política de 1979, nadábamos en una pobreza desgarradora. Casi comparable con venezolana, boliviana o cubana extraoficial de estos tiempos.

Las reformas incompletas de Fujimori y la Constitución Política de 1993 cambiaron el rumbo desde un rango de opresión política y económica socialista-mercantilista hacia un rango mercantilista, aun con matices socialistas. A pesar de esto, la incidencia de la pobreza peruana se derrumbó notablemente treinta puntos porcentuales. La izquierda se habría quedado sin electores de rodillas y –por supuesto– tomó cartas en el asunto…

Con recursos bolivarianos y vía Ollanta Humala, sus colaboradores y sucesores llegaron de nuevo. 

Y trabajaron deprimiendo la inversión privada y prostituyendo la gobernanza estatal para enervar la pobreza. Lamentablemente, tuvieron éxito.

Las olas de la pobreza

Así, sin que ningún medio periodístico los subraye, convirtieron en pobres y dependientes a un flujo de 3.5 millones de personas. La pregunta que no le voy a poder responder –y que casi nadie se hace– es ¿cuántos fueron asesinados por la ineptitud económica de estas gestiones? ¿Cuántos no debieron morir si no se hubiera cambiado el rumbo hacia la izquierda?

El segundo gráfico aquí no podrá resultar más esclarecedor.

El cambio de rumbo errado

La tercera figura en esta secuencia delimita claramente los efectos del cambio ideológico. 

Aquí sirve tener muy clara la correlación entre la tasa de inversión privada y la incidencia de pobreza.

Personajes como los asesores de la dictadura setentera, Sagasti o Castillo tenían visiones de ingeniería social. Sabían qué variables debían destruir y cómo hacerlo, discretamente. No eran solo ineptos, bajo una perspectiva ortodoxa.

El secreto mejor guardado

La cuarta figura de estas líneas podría ser bautizada como el secreto mejor guardado de la izquierda peruana. Conecta a los criminales con sus víctimas en el periodo analizado. Correlaciona la Pobreza con la Mortalidad Femenina, e incluso –en el subgrafo de la derecha– nos esboza una proyección polinómica de buen ajuste, muy inquietante.

Recuérdelo, el asesinato de uno o de veinte personas puede ser –y es– tildado como un crimen o genocidio escandaloso. En cambio, los reales y cotidianos genocidios de miles o millones de niños, ancianos, gestantes o enfermos (fallecidos por una insuficiente pero financiada gestión estatal o por vacunas tardías, insuficientes o insatisfactorias) resultan invisibles. 

Y los responsables, a todo nivel (alcaldes, gobernadores, presidentes, ministros, técnicos, etc.), no solo quedan impunes, sino que resultan personajes hasta populares o expertos aquí… o protegidos afuera.

A modo de epilogo

La publicación de las cifras de pobreza, en deterioro desde hace ya varios años, solo refleja el avance de la izquierda en el Perú en la última década. No solo describen el resultado lógico de las Políticas Públicas y retrocesos institucionales de la última década. Contrastan que la Opresión Política avanza. Ya se vetan las noticias, se incumple sostenidamente la Ley y se profundiza la ineficacia, intolerancia y corrupción burocráticas. 

Abramos los ojos.

Carlos Adrianzén
15 de mayo del 2024

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