Raúl Mendoza Cánepa

Apedrear

Es muy fácil empuñar una piedra detrás de un teclado

Apedrear
Raúl Mendoza Cánepa
03 de diciembre del 2018

 

“¡Me gusta ¡Asu Mare!”. ¡Ja! Te la creíste. No, no me gusta. Decirlo es solo sarcasmo, por si ya pensabas que me ibas a sepultar en público; pero tampoco cederé a la tentación de hacer leña de Carlos Alcántara. Total, no hizo la película pensando en los intelectuales de café ni en los analistas que miran a ceja alzada las colas de los cines, sino en ese público que se ríe de aquello que a nosotros nos aprieta el ceño. Resulta, a secas, que en el Perú no puedes decir algo sin que te apedreen o se mofen, porque opinar es riesgoso. Es muy fácil empuñar una piedra detrás de un teclado si tienes una masa de feisbukeros como retaguardia.

Hace unos días, Pedro Suárez Vértiz escribió un buen artículo en la revista Somos sobre Bohemian rhapsody, opinando en su cuenta de Facebook sobre la relación entre Freddie Mercury y Mary Austin: “Por encima del enamoramiento o del sexo, tu mujer —u hombre— es tu compañera. Lo lindo de Freddie Mercury es que a pesar de que su cuerpo cayó promiscuamente en todas las trampas sexuales existentes, tuvo claro que Mary Austin era su mujer”. Sin ser tan susceptible, leerlo no me sobresaltó, pero la susceptibilidad que ya hubiera crucificado a Sofocleto (de vivir ahora) llevó a muchos a caerle encima atacando sutil o directamente lo que sí es muy sensible: su enfermedad. (Lo mismo escribieron algunos desatinados de izquierda sobre otra persona, enferma entonces, solo por navegar ya a contracorriente).

No puedo reproducir lo que postearon algunos de Suárez Vértiz, pero nadie se quejó de lo políticamente incorrecto y miserable que sí es aludir a una enfermedad que le impide cantar y hacer su vida como antes. Eres muy valiente para el apanado, pero te escondes cuando se trata de corregir la crueldad de tus pares.

Los falsos liberales no se salvan de la intolerancia: Y no me refiero a esa que aludía Sánchez contra los intolerantes, sino a la que discrepa de la validez del pensamiento “libre” de quien está al otro lado.  “El que no piensa como yo es mi enemigo y aunque opine cualquier cosa siempre estará equivocado”, piensan. ¿Qué les ofendió de la frase de Suárez Vértiz? Vamos al texto. “Por encima del enamoramiento o del sexo tu mujer es tu compañera”  ¿Algún problema con esa opinión? ¿Hay que pedir permiso o tener un diccionario de corrección política en el escritorio? ¿Desde cuándo en el Perú hay que escribir con miedo? ¿Tan puritanos o acojudados somos con el lenguaje y tan extremadamente cuidadosos debemos ser para quedar bien con la mancha? Perdón: “Mancha: dícese de un grupo que se frecuenta entre sí o coincide en determinadas actividades”, por si lo toman a mal.

El problema es que para escribir tienes que pensar como los demás, amoldarte, despercudirte, alinearte a su moralina o no opinar. “Cayó promiscuamente en todas las trampas existentes”, escribió el cantante sobre Mercury. No me ofende como para referirme a la continuidad de su columna. La promiscuidad es un hecho en la vida del vocalista de Queen. Si lo asumimos real, no hay un término sustituto que la suavice. “Trampas sexuales”, escribió el cantante (y compositor). Acepto que es una imprecisión en algo impertinente, a tal punto que terminó pasándole la factura, pero ni es tan abominable ni tan ligero ni odioso para un apanado. De acuerdo, la libertad sexual no admite la palabreja, nadie emboscó a Mercury ni él se emboscó a sí mismo (y el término sobra). Hizo lo que quiso. Punto.

He leído frases hirientes sobre ese comentario inocuo de gente que no dijo nada de las barbaridades (nada inocuas) de Galdós contra Keiko Fujimori. En el Perú el doble estándar es la norma. “No me importa qué diga, sino quién lo diga o contra quién lo diga”.

Las redes, quizás las más intelectuales (curioso) son totalitarias. Y nada hay más doloroso que el temor de opinar o tomar partido a costa de tu propia integridad o del libre juego de todos contra tu infortunio o tu honor.

 

Raúl Mendoza Cánepa
03 de diciembre del 2018

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