Rocío Valverde

Algo huele a Parkinson

Olfato y diagnóstico temprano de esta enfermedad

Algo huele a Parkinson
Rocío Valverde
24 de marzo del 2019

 

El olfato es el sentido que usualmente damos por sentado. Hasta que un catarro nos recuerda lo importante que es ser capaces de respirar, oler el pan recién horneado y detectar que ese huevo que íbamos a freír para el desayuno es mejor desecharlo. El sentido del olfato le puede evitar una intoxicación alimentaria a cualquier mortal. En narices entrenadas pueden diagnosticar una sinusitis, pero este sentido en las narices de algunos superhumanos puede percibir enfermedades tan complejas como el Parkinson. Esta semana la ciencia puede explicar porqué.

La enfermera Joy Milne notó que el olor corporal de su esposo, el Dr. Les Milne, había cambiado. Algo había hecho que oliera a almizcle y madera. Doce años después la medicina diagnosticaría a su esposo la enfermedad de Parkinson. En el año 2012 ambos asistieron a una charla sobre el Parkinson presentada por el Dr. Tilo Kunath, fue allí donde la nariz de Joy la conminó a hacer una pregunta: “¿Por qué las personas con Parkinson huelen distinto? Un ambiente de confianza, una simple observación y una mente abierta y curiosa revolucionarían lo que sabíamos sobre el diagnóstico de esta enfermedad.

Actualmente, en la gran mayoría de casos el Parkinson es detectado cuando un paciente muestra uno de los primeros síntomas, como temblor, pérdida del olfato, trastorno de la fase REM del sueño, agarrotamiento de los músculos o estreñimiento. Lamentablemente para cuando se diagnostica el Parkinson debido a un visible deterioro motor, muchas neuronas dopaminérgicas han muerto. Por eso la importancia de una prueba diagnóstica temprana.

La nariz de Joy Milne fue puesta a prueba con un clásico experimento ciego con un grupo de pacientes versus un grupo control. A Joy le dieron varias camisetas y, para asombro de todos, al parecer solo cometió un error con el diagnóstico de un paciente control, quien llamaría meses más tarde para informar que había sido diagnosticado de Parkinson. ¿Qué estaba oliendo Joy? Sin duda alguna el olor debía de provenir de las glándulas sebáceas, que producen exceso de sebo en pacientes con Parkinson, dándoles ese aspecto medio acerado a su piel.

Los doctores de la Universidad de Manchester, dirigidos por la Dra. Barren, recolectaron muestras de sebo de pacientes y analizaron los compuestos aromáticos volátiles mediante espectrometría de masas. Resulta, pues, que el característico aroma se debe a la presencia de octadecanal, ácido hipúrico y eicosano. En un futuro no muy lejano el Parkinson se podría detectar con una simple frotis de piel.

La historia de Joy ha abierto una puerta importante para los enfermos de Parkinson y sus familias. El estrés en los pacientes cuando se encuentran en la etapa temprana del Parkinson puede ser devastador: cada tic de la mano, cada pequeño movimiento descontrolado hace que el corazón y la mente vuele a los lugares más oscuros y pienses que este mal por fin se ha manifestado. Quisiera pensar que alguna fuerza mayor a nosotros quiso que Joy y Les se encontraran en esta vida. Mientras Les perdía el olfato, signo característico del Parkinson, Joy empezaba a oler que algo no iba bien. Les falleció en el 2015 sabiendo que Joy cumpliría su promesa: usaría su supernariz para ayudar a otros.

Gracias, Joy, por no sonrojarte al hacer una pregunta tan simple. Tu desparpajo va a transformar muchas vidas.

 

Rocío Valverde
24 de marzo del 2019

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