Tino Santander
Alberto Borea el infatigable demócrata
Sobre la resistencia al autoritarismo fujimorista de los años 90
Alberto Borea, al retornar de su exilio en Costa Rica (luego de conspirar con Jaime Salinas Sedó el 13 de noviembre de 1992) nos invitó a mí y a Melquiades Monzón, dirigente sindical y gran organizador político, a cenar en el Hipódromo. Después de ver correr a su caballo “Constitución”. Alberto nos dijo: “¿qué hacemos para acabar con la dictadura? Les respondimos: “organizar una insurrección popular y combinar todo tipo de lucha” además, de “una serie de acciones radicales que promoverían el surgimiento de una nueva vanguardia democrática armada que acabara con las dictaduras en el Perú”.
Alberto, no dijo que estábamos “locos”. Afirmó: “el Perú no quiere más violencia, acabamos de salir de Sendero Luminoso”. Además, la tecnocracia neo-liberal (aliada del fujimorismo) implementaba las políticas del consenso de Washington con el objetivo de reinsertar al Perú al sistema financiero mundial. El programa de “ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional” era necesario para acabar con la hiperinflación de Alan García.
Le insistimos, que debíamos combinar todo tipo de lucha, es decir, también la insurrección popular. Paciente con nuestra majadería nos dijo en tono enérgico: “ese no es el camino, tenemos que convocar a un frente amplio democrático en la que estén representantes de los partidos políticos, los jóvenes y los sectores populares”. Además, “la dictadura tiene un amplio respaldo popular y los partidos políticos están totalmente desprestigiados porque no solucionaron los graves problemas nacionales”.
Alberto gritaba: “El momento actual demanda realismo y convicción y no infantilismo izquierdista. Ustedes saben organizar y trabajar políticamente”. No teníamos argumento para insistir con nuestra delirante posición. Borea ya era el líder de la resistencia democrática. Se convirtió en el comandante de la lucha por la democracia. El “Foro Democrático” agrupó a todos los que estaban contra la dictadura fujimorista sin distingo de posiciones ideológicas y políticas.
Melquiades Monzón fue coordinador nacional de movilización del Foro Democrático. Mi casa en el jirón 8 de octubre de Miraflores se convirtió en el centro de conspiración y organización de los jóvenes universitarios, organizaciones populares y dirigentes regionales que llegaban de todo el país para organizarse en la lucha contra la dictadura. Fue el albergue de la lucha contra el fujimorismo. Mi hermano Arturo, detenido y torturado por la dictadura fujimorista y presentado como terrorista en los medios de comunicación, se convirtió en el generoso y alegre anfitrión que la lucha demandaba.
Alberto fue el motor de la lucha contra la dictadura. Un hombre con una convicción democrática inflexible, además de una persistencia y terquedad a toda prueba. No lo amilanaban las amenazas ni las dificultades de tener a la prensa mayoritaria en contra del referéndum que organizaba el Foro Democrático para impedir la reelección de Fujimori.
Solo Gustavo Mohme Llona, de “La República”, apoyaba las actividades que organizaban Melquiades Monzón y los jóvenes universitarios. La recolección de firmas fue organizar una “insurrección democrática” a la que poco a poco se sumaron miles de jóvenes. Las organizaciones sociales y sindicales estaban paralizadas e inmovilizadas, atemorizadas de ser acusadas como terroristas.
Los peruanos vivimos hoy en democracia y tenemos libertad gracias a hombres como Alberto Borea. El Perú le debe un homenaje a Alberto, por su tenacidad y convicción democrática. Alberto está al margen de los reconocimientos oficiales y políticos. Está en la historia como un luchador por la libertad y la justicia social en el Perú.
Por Tino Santander Joo
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