Carlos Adrianzén

A no dejarse tontear

Hasta con pésimos gobiernos, el Perú ha elevado quince veces su PBI por persona

A no dejarse tontear
Carlos Adrianzén
10 de enero del 2024


El Perú es un país maravilloso. Su gente, sus paisajes, sus constantes y sus variedades, resultan apasionantes para locales y extranjeros. La fusión del Tahuantinsuyo y el virreinato español en los territorios de la República Peruana y –particularmente– su evolución política, desafortunadamente solo ha configurado otra nación latinoamericana con ingresos debajo del promedio mundial. Lo cual, a decir verdad, implica un enorme reto por superar. 

Nos guste aceptarlo o no, la historia del Perú, desde su aparición en 1821 (y antes, al menos los seis siglos previos), es una de recurrente fracaso económico. Lo que puede hacer cada peruano por cambiar esto significativamente es mucho.

Y esta tarea no implica otra cosa que ejercer ciudadanía. Como nos lo recuerdan los espantosos estimados de Gobernanza Pública en el Perú (1996-2022), publicados por el Banco Mundial, serviría mucho que los burócratas peruanos no se corrompan, respeten la Ley, cumplan su trabajo, dejen trabajar y participar con libertad y no resulten tan tolerantes a la violencia ideológica afín. 

Recuérdelo bien: Marx estaba muy equivocado. La Violencia no es la partera de la historia, es la partera de la pobreza. Para ser ciudadano, sin embargo, es vital participar. Y para participar juiciosamente sirve saber donde estamos parados. Sirve involucrarse.

Muchos nos cuentan hoy que hay que introducir optimismo a como dé lugar, sin fundamentos económicos. Nada más pernicioso. Hay que pegarse el trabajo de escrutar. Siempre debemos sostener que se puede –técnicamente– respaldar.

La primera figura de estas líneas nos recuerda lo fácil con lo que normalmente se tontea al grueso de ciudadanos acostumbrados a usar su celular como si fuera una Biblia.

El gráfico aludido responde a una petición poderosa. No seas negativo. Siempre sé positivo. Inventa, distorsiona. Repite persistentemente buenas noticias. 

En este caso, frente a un gráfico que contrasta la volición de nuestro nivel de Desarrollo Económico Relativo a lo largo del último siglo, nos pueden contar que –como somos atrasados– nuestro país puede crecer por décadas y alcanzar mucho más altos estándares de vida en los años venideros: y que… ya sabe cómo hacerlo (alguna vez (1999-2010) recuperó hasta seis puntos del producto por persona norteamericano). Ya aprendimos, nos dicen. Que estamos bien. Nada más falso.

Esta supuestamente buena noticia es solo un fraude. Sonriamos con razón cuando alcancemos alto desarrollo relativo (100% en el eje vertical). Antes, podemos hacerlo, como repetía Joan Manuel Serrat: como los tontos, sin razones.

Otro buen ejemplo no lo da la segunda figura. Ahora nos dan la buenísima noticia que, hasta con pésimos gobiernos, instituciones frágiles, fenómenos meteorológicos, guerras y mucha corrupción burocrática, desde su aparición, el Perú se habría enriquecido notablemente. 

Habría elevado quince veces su PBI por persona. Otro fraude más.

Pensando cuidadosamente la figura dos, esta solo nos recuerda que con un producto por persona de alrededor de US$8,000 –nuestro pico histórico– un cuarto o más de nuestra gente está muy empobrecida y lentamente se ve dañada por factores corregibles.

¿Que usted no tiene ni actitud, ni conocimientos básicos de Economía? Esta es justamente la desgracia. La mini ciudadanía.

Pero, volviendo a creer en el consejo de los sospechosos satisfechos-a-rajatabla los invito a enfocar la última figura. Y recordarle lo que repiten algunos con entusiasmo –infundado–: que seríamos una nación de gente resiliente. Que nos caemos y nos recuperamos… siempre. 

Otro fraude propio de estos tiempos enfrentados a un posible nuevo fenómeno de El Niño.

Si observamos con un mínimo de cuidado las alzas y caídas de nuestro PBI por persona, detectaremos que hemos caído profundamente muchas veces y que solo nos hemos recuperado como para crecer a un ritmo mediocre. Situados en un promedio de 1.5% anual, a lo largo de dos siglos. 

Y que estas caídas profundas, por supuesto implican pésimos manejos económicos y políticos en guerras, golpes externos, pandemias, desastres naturales, etc.

Solo los pocos momentos nos acercamos al 7% de crecimiento real anual, per cápita, requerido para galvanizar la pobreza nacional.

No fuimos resilientes. Simplemente, fracasamos… con resiliencia.

El corolario aquí es sencillo. La ciudadanía es una responsabilidad. No aceptemos pasivamente historiografías o titulares falsos. Lea la data de nuestro país y analícela. 

Si no puede o le cansa, cállese. Edúquese (aunque sea desde su teléfono), como le recomienda cándidamente el titular de estas líneas.

Carlos Adrianzén
10 de enero del 2024

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